LA PRESENCIA DE DIOS EN MEDIO DE LA HISTORIA DEL HOMBRE.



A lo largo de la historia, Dios ha hablado a los hombres de muchas maneras, hoy nos ha hablado por medio de Jesucristo. Él se hace hoy presente en medio de su Iglesia, la Iglesia que él ha querido fundar. Cristo, única promesa de felicidad, se hace presente en la realidad de cada día, en cada hombre y en cada acontecimiento.

Por ello, este blog lo que pretende es reconocer a través de los hechos en la Iglesia, la presencia de Dios en medio de su Pueblo.

martes, 13 de agosto de 2019

Pensamiento

13.08.2019

PADRE PIERINO: Hablar bien es un acto de bondad.  Si quieres poseer la bondad habla siempre bien.  La humildad es la fuente de la bondad. Sin humildad no hay bondad.

Parlare bene è un atto di bontà. Se vuoi possedere la bontà parla sempre bene. L’umiltà è la fonte della bontà. Senza umiltà non c’è bontà.


PADRE PÍO:

En otra ocasión, a la sierva del Señor [santa Clara] le llegó a faltar el aceite, de tal forma que no podía ni preparar la comida para las hermanas enfermas. Entonces S. Clara, maestra de humildad, tomó ella misma el recipiente, lo lavó con sus manos, y lo colocó en el hueco del muro preparado para este fin, para que el hermano limosnero lo pudiera tomar. Después, lo llamó para que fuera en busca del aceite. El hermano Bentivenga se apresuró a remediar la necesidad de las hermanas pobres. Pero antes de que él llegara, el recipiente se encontró lleno de aceite, por la misericordia divina, que ya tenía la súplica de S. Clara, obediente al mandato del santo Padre [san Francisco] de preocuparse de sus pobres hijas. Y pensando el buen hermano que le habían llamado en balde, se lamentó: quizás estas hermanas me han llamado para burlarse de mí, porque la vasija está llena. Se buscó en los alrededores al que podría haber traído el aceite, pero no se encontró a nadie. De este modo el Señor venía milagrosamente en ayuda de aquellas que habían abandonado todo por él, y se plegaba obediente a la voluntad de su esposa, que le rogaba con pureza y con esa fe que transporta los montes.

Pidamos también nosotros a nuestro querido Jesús la humildad, la confianza y la fe de nuestra querida santa; como ella, oremos a Jesús con fervor; abandonémonos en él, alejándonos de este mentiroso aparato del mundo, donde todo es locura y vanidad, donde todo pasa; sólo Dios permanece para el alma, si ésta ha sabido amarlo bien.

(30 de diciembre de 1921, a Graciela Pannullo – Ep. III, p. 1087)


 


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