LA PRESENCIA DE DIOS EN MEDIO DE LA HISTORIA DEL HOMBRE.



A lo largo de la historia, Dios ha hablado a los hombres de muchas maneras, hoy nos ha hablado por medio de Jesucristo. Él se hace hoy presente en medio de su Iglesia, la Iglesia que él ha querido fundar. Cristo, única promesa de felicidad, se hace presente en la realidad de cada día, en cada hombre y en cada acontecimiento.

Por ello, este blog lo que pretende es reconocer a través de los hechos en la Iglesia, la presencia de Dios en medio de su Pueblo.

sábado, 20 de septiembre de 2014

EL PADRE PÍO CAMBIÓ NUESTRAS VIDAS

Muy queridos amigos de "Sí en la Iglesia":

¡Que regalo tan grande nos concede el Señor a través de sus santos! ¡Si, es verdad! Sus santos, aquellos que él ha elegido, nos ayudan a acercarnos cada día a Cristo. Nos enseña con su vida que es posible ser cristianos en pleno siglo XXI. ¡Si! ¡Es posible!

Padre Pío, sacerdote capuchino, ha sido conocido a lo largo de la historia por haber participado de los estigmas de Cristo. Quizás se conozca poco su vida, su espiritualidad, pero si es verdad que él está presente hoy y que ha cambiado la vida de miles de personas, matrimonios, consagrados y sacerdotes, llevandolas a Aquel a quien tanto amó aquí en la tierra, Jesucristo. Padre Pío nos lleva a Cristo, los santos nos llevan a Cristo y gracias a ellos Cristo puede hacer su obra en cada uno de nosotros. 

Este es el caso de José María Zavala y Paloma Fernandez. Ellos han sido cautivados por la vida de Padre Pío y él mismo les ha llevado a Cristo. Ellos cuentan en este libro, como Cristo por medio de Padre Pío les ha cambiado su vida personal y matrimonial. En el libro se recoge una trayectoria. Paso a paso van mostrando que Cristo Vive y actua en el corazón de cada persona, siempre y cuando el corazón del hombre está dispuesto y quiera acoger la nueva noticia. Es un camino de confianza plena y abandonada en el Señor. 

Por eso no podeis perderos este encuetnro precioso en el que nos contará su experiencia de conversión al Señor por medio de Padre Pïo. ¡Os esperamos!







La FUNDACIÓN EDUCATIO SERVANDA organiza

EL PADRE PÍO
CAMBIÓ NUESTRAS VIDAS

CONFERENCIA-COLOQUIO CON
José María Zavala y Paloma Fernández

INTERVENDRÁ
Don Joaquín María López de Andújar
Obispo de la diócesis de Getafe



VIERNES 3 DE OCTUBRE
18.00 horas

COLEGIO JUAN PABLO II
Calle Democracia, s/n
Alcorcón
 







lunes, 18 de agosto de 2014

EL SIGNIFICADO RITUAL DEL DON DE LA PAZ EN LA MISA



CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO
Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS

CARTA CIRCULAR
EL SIGNIFICADO RITUAL DEL DON DE LA PAZ EN LA MISA

1. «La paz os dejo, mi paz os doy»,[1] son las palabras con las que Jesús promete a sus discípulos reunidos en el cenáculo, antes de afrontar la pasión, el don de la paz, para infundirles la gozosa certeza de su presencia permanente. Después de su resurrección, el Señor lleva a cabo su promesa presentándose en medio de ellos, en el lugar en el que se encontraban por temor a los Judíos, diciendo: «¡Paz a vosotros!».[2] La paz, fruto de la Redención que Cristo ha traído al mundo con su muerte y resurrección, es el don que el Resucitado sigue ofreciendo hoy a su Iglesia, reunida para la celebración de la Eucaristía, de modo que pueda testimoniarla en la vida de cada día.

 2. En la tradición litúrgica romana el signo de la paz, colocado antes de la Comunión, tiene un significado teológico propio. Este encuentra su punto de referencia en la contemplación eucarística del misterio pascual -diversamente a como hacen otras familias litúrgicas que se inspiran en el pasaje evangélico de Mateo (cf. Mt5, 23) - presentándose asi como el “beso pascual” de Cristo resucitado presente en el altar.[3] Los ritos que preparan a la comunión constituyen un conjunto bien articulado dentro del cual cada elemento tiene su propio significado y contribuye al sentido del conjunto de la secuencia ritual, que conduce a la participación sacramental en el misterio celebrado. El signo de la paz, por tanto, se encuentra entre el Pater noster -al cual se une mediante el embolismo que prepara al gesto de la paz- y la fracción del pan -durante la cual se implora al Cordero de Dios que nos dé su paz-. Con este gesto, que «significa la paz, la comunión y la caridad»,[4] la Iglesia «implora la paz y la unidad para sí misma y para toda la familia humana, y los fieles se expresan la comunión eclesial y la mutua caridad, antes de la comunión sacramental»,[5] es decir, la comunión en el Cuerpo de Cristo Señor.

3. En la Exhortación Apostólica post-sinodal Sacramentum caritatis el Papa Benedicto XVI había confiado a esta Congregación la tarea de considerar la problemática referente al signo de la paz,[6] con el fin de salvaguardar el valor sagrado de la celebración eucarística y el sentido del misterio en el momento de la Comunión sacramental: «La Eucaristía es por su naturaleza sacramento de paz. Esta dimensión del Misterio eucarístico se expresa en la celebración litúrgica de manera específica con el gesto de la paz. Se trata indudablemente de un signo de gran valor (cf. Jn14, 27). En nuestro tiempo, tan lleno de conflictos, este gesto adquiere, también desde el punto de vista de la sensibilidad común, un relieve especial, ya que la Iglesia siente cada vez más como tarea propia pedir a Dios el don de la paz y la unidad para sí misma y para toda la familia humana. [...] Por ello se comprende la intensidad con que se vive frecuentemente el rito de la paz en la celebración litúrgica. A este propósito, sin embargo, durante el Sínodo de los Obispos se ha visto la conveniencia de moderar este gesto, que puede adquirir expresiones exageradas, provocando cierta confusión en la asamblea precisamente antes de la Comunión. Sería bueno recordar que el alto valor del gesto no queda mermado por la sobriedad necesaria para mantener un clima adecuado a la celebración, limitando por ejemplo el intercambio de la paz a los más cercanos».[7]
4. El Papa Benedicto XVI, además de destacar el verdadero sentido del rito y del signo de la paz, ponía en evidencia su gran valor como aportación de los cristianos, para colmar, mediante su oración y testimonio, las angustias más profundas e inquietantes de la humanidad contemporánea. Por esta razón, renovaba su invitación a cuidar este rito y a llevar a cabo este signo litúrgico con sentido religioso y sobriedad.
5. El Dicasterio, en base a las disposiciones del Papa Benedicto XVI, se dirigió a las Conferencias de los Obispos en mayo de 2008 pidiendo su parecer sobre si mantener el signo de la paz antes de la Comunión, donde se encuentra ahora, o si cambiarlo a otro momento, con el fin de mejorar la comprensión y el desarrollo de tal gesto. Tras una profunda reflexión, se ha visto conveniente conservar en la liturgia romana el rito de la paz en su puesto tradicional y no introducir cambios estructurales en el Misal Romano. Se ofrecen a continuación algunas disposiciones prácticas para expresar mejor el contenido del signo de la paz y para moderar los excesos, que suscitan confusión en la asamblea litúrgica justo antes de la Comunión.
6. El tema tratado es importante. Si los fieles no comprenden y no demuestran vivir, en sus gestos rituales, el significado correcto del rito de la paz, se debilita el concepto cristiano de la paz y se ve afectada negativamente su misma fructuosa participación en la Eucaristía. Por tanto, junto a las precedentes reflexiones, que pueden constituir el núcleo de una oportuna catequesis al respecto, para la cual se ofrecerán algunas líneas orientativas, se somete a la prudente consideración de las Conferencias de los Obispos algunas sugerencias prácticas:
a) Se aclara definitivamente que el rito de la paz alcanza ya su profundo significado con la oración y el ofrecimiento de la paz en el contexto de la Eucaristía. El darse la paz correctamente entre los participantes en la Misa enriquece su significado y confiere expresividad al rito mismo. Por tanto, es totalmente legítimo afirmar que no es necesario invitar “mecánicamente” a darse la paz. Si se prevé que tal intercambio no se llevara a cabo adecuadamente por circunstancias concretas, o se retiene pedagógicamente conveniente no realizarlo en determinadas ocasiones, se puede omitir, e incluso, debe ser omitido. Se recuerda que la rúbrica del Misal dice: “Deinde, pro opportunitate, diaconus, vel sacerdos, subiungit: Offerte vobis pacem”.[8]
b) En base a las presentes reflexiones, puede ser aconsejable que, con ocasión de la publicación de la tercera edición típica del Misal Romano en el propio País, o cuando se hagan nuevas ediciones del mismo, las Conferencias consideren si es oportuno cambiar el modo de darse la paz establecido en su momento. Por ejemplo, en aquellos lugares en los que se optó por gestos familiares y profanos del saludo, tras la experiencia de estos años, se podrían sustituir por otros gestos más apropiados.
c) De todos modos, será necesario que en el momento de darse la paz se eviten algunos abusos tales como:
- La introducción de un “canto para la paz”, inexistente en el Rito romano.[9]
- Los desplazamientos de los fieles para intercambiarse la paz.
- El que el sacerdote abandone el altar para dar la paz a algunos fieles.
- Que en algunas circunstancias, como la solemnidad de Pascua o de Navidad, o durante las celebraciones rituales, como el Bautismo, la Primera Comunión, la Confirmación, el Matrimonio, las sagradas Ordenes, las Profesiones religiosas o las Exequias, el darse la paz sea ocasión para felicitar o expresar condolencias entre los presentes.[10]
d) Se invita igualmente a todas la Conferencias de los Obispos a preparar catequesis litúrgicas sobre el significado del rito de la paz en la liturgia romana y sobre su correcto desarrollo en la celebración de la Santa Misa. A este propósito, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos acompaña la presente Carta circular con algunas pistas orientativas.
7. La intima relación entre lex orandiy lex credendidebe obviamente extenderse a la lex vivendi. Conseguir hoy un compromiso serio de los católicos de cara a la construcción de un mundo más justo y pacifico implica una comprensión más profunda del significado cristiano de la paz y de su expresión en la celebración litúrgica. Se invita, pues, con insistencia a dar pasos eficaces en tal materia ya que de ello depende la calidad de nuestra participación eucarística y el que nos veamos incluidos entre los que merecen la gracia prometida en las bienaventuranzas a los que trabajan y construyen la paz.[11]
Al finalizar estas consideraciones, se exhorta a los Obispos y, bajo su guía, a los sacerdotes a considerar y profundizar en el significado espiritual del rito de la paz, tanto en la celebración de la Santa Misa como en la propia formación litúrgica y espiritual o en la oportuna catequesis a los fieles. Cristo es nuestra paz,[12] la paz divina, anunciada por los profetas y por los ángeles, y que Él ha traído al mundo con su misterio pascual. Esta paz del Señor Resucitado es invocada, anunciada y difundida en la celebración, también a través de un gesto humano elevado al ámbito sagrado.
El Santo Padre Francisco, el7 de junio de 2014, ha aprobado y confirmado cuanto se contiene en esta Carta circular, preparada por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, y ha dispuesto su publicación.
En la sede de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, a 8 de junio de 2014, en la solemnidad de Pentecostés.

Antonio Card. Canizares Llovera
Prefecto

Arthur Roche
Arzobispo Secretario

martes, 6 de mayo de 2014

"NECIO QUIEN NO SABE PENETRAR EN EL SECRETO DE LA CRUZ"





Rezad! Rezad! Rezad! Esta es una necesidad manifestada siempre por toda la Iglesia. Es un Llamado del Papa Pío XII en los tiempos del Padre Pío, para formar grupos de oración urgentemente. El Padre Pío, obediente a la invitación del Papa Pío XII a orar comunitariamente, llama a los fieles a rezar juntos. De inmediato se pasó a la acción y los grupos de Oración del Padre Pío comenzaron sus reuniones que a día de hoy siguen realizándose en muchísimas partes del mundo.

En la Diócesis de Getafe tenemos el privilegio de contar con varios grupos de Oración del Padre Pío. Él último en formarse se encuentra en la Parroquia Santa María de la Alegría de Móstoles. Se nos hizo el mismo llamado para formar el grupo de Oración del Padre Pío; se sembró la semilla, la inquietud y la ilusión para canalizar el deseo de unir fuerzas para seguir adelante en nuestra vida de fe siguiendo el ejemplo y la espiritualidad del Padre Pío de Pietrelcina. Sin una orientación cuesta mucho entender el "secreto de la cruz"... (Padre Pío)

Iniciamos nuestras reuniones semanales, bajo la dirección de nuestro Vicario Parroquial. Comenzamos con mucha curiosidad de aprender a amar a Jesús, preparando nuestros corazones para recibir la semilla no de forma individual sino comunitariamente. Muy hermoso compartir cada día la vida que nos transmite la Palabra de Dios, la cual meditamos en cada reunión delante de Jesús Sacramentado, que gozo es descubrir lo que Jesús va queriendo de nosotros y responder con alegría a su voluntad; que bellas las vivencias de Padre Pío, cuando son explicadas por el sacerdote del grupo, que meditamos e interiorizamos llevándolas a nuestras casas para así vivirlas cada día, compartirlas y enseñarlas con nuestro ejemplo a los que nos rodean en nuestro día a día. 

Dentro de la formación y en el crecimiento en la fe es fundamental la caridad, que se manifiesta entre nosotros mismos y hacia los demás: los ancianos, los que más sufren, los que no tienen trabajo, los que necesitan una palabra de aliento... Es una labor primordial en los grupos de oración, así lo estableció Padre Pío para sus grupos.  Rezamos cada día por el Papa y sus intenciones, por nuestro Obispo y por todos los sacerdotes de nuestra Diócesis, en especial pedimos por las necesidades de nuestra Parroquia y por las necesidades personales. 

Escuchamos fragmentos de la biografía y escritos del Padre Pío que nos ayuda más a conocer, amar y aceptar nuestras propias cruces y limitaciones, aceptando y ofreciendo con humildad los designios del Señor. En nuestros encuentros rezamos el Rezo del Santo Rosario a nuestra Santísima Madre la Virgen María y meditamos el Viacrucis, acompañando a Jesús en el camino de la Cruz. Oramos unos por otros y como decía el Padre Pierino, discípulo de Padre Pío y que nos guía con sus enseñanzas y oraciones "Incluso las acciones más comunes pueden volverse extraordinarias si se hacen por amor"
Invitamos a todos los que quieran vivir esta gran experiencia de crecimiento comunitario a acudir a los grupos de oración disponibles en Fuenlabrada y Móstoles. En nuestra parroquia nos reunimos todos los lunes a las 17.30.

Nilda Colmenárez M.