LA PRESENCIA DE DIOS EN MEDIO DE LA HISTORIA DEL HOMBRE.



A lo largo de la historia, Dios ha hablado a los hombres de muchas maneras, hoy nos ha hablado por medio de Jesucristo. Él se hace hoy presente en medio de su Iglesia, la Iglesia que él ha querido fundar. Cristo, única promesa de felicidad, se hace presente en la realidad de cada día, en cada hombre y en cada acontecimiento.

Por ello, este blog lo que pretende es reconocer a través de los hechos en la Iglesia, la presencia de Dios en medio de su Pueblo.

sábado, 30 de junio de 2012

Dios se hace solitario

Hay muchos sagrarios recónditos y solitarios en los que la oración de Cristo al Padre se alza entretejida de silencios y soledades. En la oración de Cristo está siempre la oración de la Iglesia, pero tantas veces esa súplica al unísono resuena sólo en el silencio perdido de algún tabernáculo ignorado de los hombres. Cuántas veces, mientras vuelves del trabajo, mientras esperas el autobús, cuando vas a hacer la compra, pasas por delante de la puerta de alguna Iglesia, o junto a un sagrario, sin que se te ocurra siquiera hacer una breve visita al Señor. ¿No quedas con tus amigos, tus compañeros, tus familiares, cuando tienes que contarles algo, o simplemente para pasar un rato agradable en su compañía? ¿Cómo, entonces, no buscamos a diario esos pocos momentos y ese sagrario más cercano para acompañar, con una breve visita, la soledad eucarística de Cristo?
Son muchos los rincones, quizá para ti desconocidos, en los que ora y se ofrece al Padre ese Corazón divino tan enamorado de la soledad y del ocultamiento. Has de aprender a acompañar esa soledad de Cristo, si quieres saber acompañar la soledad de tantos hombres que viven en la negación de Dios o en el desánimo ante la vida. No acabes tus jornadas sin hacer una pequeña visita al Santísimo, acompañando por unos minutos ese corazón eucarístico de Cristo, que siempre te espera. Esa pequeña visita no acompaña la soledad de Dios, sino la tuya, pues no hay soledad y abandono más mísero y doloroso para el hombre que vivir esta vida sin Dios. En Dios no hay soledad; Él nunca está solo, porque es misterio de comunión. Pero, se hace por ti un Dios solitario, para ser huésped y compañía de nuestras soledades.

Mater Dei
Archidiócesis de Madrid

jueves, 28 de junio de 2012

El amor necesita orar

No creas que la oración consiste sólo en repetir avemarías o en recitar padrenuestros. La oración es una necesidad del amor pues, cuando comienzas a gustar la intimidad de Dios, buscas estar con Él y deseas amarle. Poco sabe de verdadero amor quien no sabe de oración. Y poco conoce a Dios quien no le trata a solas, en la intimidad del silencio interior. Porque, si no tratas a diario con Dios, terminas haciendo de Él una idea, cada vez más lejana y ajena a tu vida.
Entre los quehaceres diarios, has de reservar un tiempo para estar a solas con Dios y orar con Él. Es bueno fijar, para cada día de la semana, la hora y el lugar de tu oración. Y has de ser fiel a esa cita diaria, aunque no tengas ganas y no te apetezca, aunque tengas otras muchas cosas urgentes que hacer, aunque estés cansado, aunque te aburras y te distraigas. De ese poco de agua que bebas cada día en la fuente de tu oración depende la fecundidad o esterilidad de esa tierra de tu alma, que cada día siembras de tanto activismo y dispersión. Pero, que tu oración no sea un cumplimiento voluntarista o interesado, una ocasión para alimentar tu vanidad y soberbia espiritual. Una oración que nos hace creer que ya somos buenos, porque rezamos, que no nos mueve a cambiar de vida, o que no fructifica en obras concretas de santidad y de mucha renuncia a uno mismo, termina siendo un engaño espiritual y una puerta al más sutil puritanismo. El amor necesita orar. No una vez; tampoco de vez en cuando. El amor necesita orar siempre, en todo, porque no puede dejar de amar siempre y en todo.


Mater Dei
Archidiócesis de Madrid

martes, 26 de junio de 2012

Cultivar el detalle

Las cosas pequeñas pueden encerrar significados grandes, incluso infinitos. El bien nunca es pequeño, aunque lo hagamos revestido de circunstancias y gestos humanamente insignificantes. Y es ahí, en esos detalles, aparentemente intrascendentes, donde se nos presentan a diario tantas ocasiones de hacer el bien a los demás. Una sonrisa a tiempo, una palabra oportuna, un favor desinteresado, un gesto de acogida, un buen consejo, una llamada de teléfono. Cualquier detalle de trato o de convivencia es bueno para humanizar las relaciones y crear comunión con los demás. No te conformes con aprovechar las ocasiones extraordinarias y puntuales de hacer el bien. Tu santidad se labra con el cincel de cada día, y ha de ir cuajada de esos pequeños detalles, que hacen extraordinariamente divina la monotonía casi rutinaria de nuestra vida. No olvides que el lenguaje de Dios siempre es el de la pequeñez y sencillez, porque es el que todos entienden.
Has de cultivar esos pequeños detalles, con Dios y con los demás, en lo pequeño y ordinario de tu vida. Dicen mucho de tu delicadeza y finura de alma. Pero, han de nacer de esa magnanimidad de corazón, en la que no caben distinciones de trato, antipatías o simpatías. La entrega de Cristo en la Cruz estuvo preparada y anticipada por muchas de esas pequeñas entregas, que sazonaron el día a día del Señor. Cuántos detalles de renuncia, de generosidad, de trabajo, de servicio, de alegría, de cariño, llenaron aquellos largos años del Señor, en la vida familiar de Nazaret. Cuántos detalles de paciencia, de espera, de perdón, recibieron aquellos apóstoles, que conocieron tan de cerca el día a día apostólico de su Maestro. Cuántos detalles de Dios en el día a día de tu vida que pasan, quizá, inadvertidos a nuestra mirada superficial y atolondrada. En todas esas pequeñas ocasiones de entrega, en cada uno de los recovecos de tu vida, te espera siempre el Dios fiel.

Mater Dei
Archidiócesis de Madrid

domingo, 24 de junio de 2012

Meternos en las cosas de Dios

Estar a solas con el Señor, tener un rato de oración con Él, es una verdadera necesidad. Lo necesitas. Nos encontramos en tiempos difíciles, de deslealtad, de traición, de necedad y de infidelidad. Por eso, a la vuelta de los años, y de tantas cosas que hemos visto y vivido, deberíamos estar cansados de ver vulgaridades que ya es imposible que nos llamen la atención.
Hemos de pensar que, a pesar de tanta necedad, estamos en días en que ocurren cosas admirables, y hay cosas muy de Dios que deberían de comprometer nuestra vida. Y eso, sólo en la oración seremos capaces de calibrarlo. Hemos de sentir esa percepción de Dios, ver la verdad que supone estar con Él, que es la única verdad que vale la pena.
Hemos de recordarnos que hay cosas que importan muy poco, muchas cosas de la vida que no importan nada. La única que vale la pena: encontrar a Cristo y amarlo con todo el corazón. Descubrirlo en ese trato personal que supone la oración, es decir, hablar, hablar, y hablar con Él. Lo que importa es amar a Jesús, y nada más, pues todo lo que haya de venir después se nos dará por añadidura… Meternos en Dios, hacer oración, es dar respuesta a cada una de nuestras expectativas por muy humanas que sean. El Señor siempre las transformará en obra suya.

Mater Dei
Archidiócesis de Madrid

viernes, 22 de junio de 2012

Ánimo sobrenatural

El cristianismo, antes que nada, es el seguimiento a una persona: Cristo. Esto nos habla de la radicalidad de una relación personal e insustituible de cada uno con Aquel que ha dado la vida por mi de manera incondicional, tal y como un verdadero amigo puede llevar a cabo sin contar con los riesgos que a nivel individual puede acarrear semejante donación. Nosotros, en cambio, sí que evaluamos los riesgos, y solemos medir nuestra entrega con aquello que recibimos a cambio, o con la seguridad de que obtendremos un beneficio aún mayor de lo que damos…. Siempre, considerándolo humanamente.
Esto nos lleva a reflexionar sobre algo de lo que sí sabemos y conocemos: nuestras limitaciones. Restricciones, que nos llevan a “morder” nuestra propia condición humana, donde los espiritualismos tropiezan constantemente con la masa de la que estamos hechos. Nuestros deseos de santidad se encuentran, una y otra vez, con nuestra debilidad, y con ese pecado personal que nos hace caer en el desánimo, o dejar para la “última hora” una entrega decidida a Dios.
Sólo desde la consideración de estar llamados a una vida sobrenatural, Dios que acapara nuestra entera existencia, es posible levantarnos, día a día, de la postración de nuestro desánimo. Cristo ha vencido al mundo para recordarnos que, con Él, nada ni nadie será impedimento para decir a Dios siempre ¡sí!

Mater Dei
Archidiócesis de Madrid

miércoles, 20 de junio de 2012

Gracias extraordinarias en circunstancias ordinarias

De Santa Teresa solemos recordar sus frecuentes gracias místicas, arrobamientos, éxtasis, diálogos y visiones de Cristo. Y, sin embargo, nos fijamos poco en las circunstancias en las que la Santa supo vivir esa elevada experiencia mística. Creemos que las gracias extraordinarias nos vienen sólo en circunstancias extraordinarias, olvidando que entre los pucheros y ollas también habla el Señor. Si crees que esas gracias son sólo para una élite de cristianos, unos pocos escogidos, que están hechos de otra pasta diferente a la tuya, cometes la injusticia de dividir los cristianos en primera y segunda categoría. Esas gracias quisiera el Señor concederlas a todos, también a ti, sin que para ello tengas que abandonar las circunstancias concretas que te exige tu vocación y tu propio estado de vida. Si tu vida interior, tu oración, no llegan a producir frutos y flores de aroma místico pregúntate por qué y qué obstáculos sigues poniendo a la acción de la gracia. Dios nunca se da a medias; somos tu y yo los que le ofrecemos sólo una correspondencia y una disponibilidad a medias. Mira que entre tus ollas y pucheros de cada día también esté el Señor y ahí te mostrará su rostro más enamorado. ¿Sabes cuál fue el secreto de la Santa? Que hizo de aquel Cristo llagado ante el que se convirtió el centro de gravedad de su vida y de sus amores. De ahí nacieron todas sus andanzas y fundaciones. No quieras ir tu por otro camino de santidad sino por el de la santísima humanidad de Cristo que a la Santa tanto ayudó.

Mater Dei
Archidiócesis de Madrid

lunes, 18 de junio de 2012

Dios nos necesita

Dios, en su admirable plan de salvación nos ha elegido, pero cuando elige a algunos no excluye a otros, sino que en esa llamada que nos hace, de un modo tan personal, se significa palpablemente su amor por todos, sin distinción alguna.
Esto nos lleva a una sorprendente conclusión: Dios se ha hecho dependiente de mí, quiere contar conmigo para ese proyecto de salvación. Cuánto nos cuesta admitirlo, es decir, meternos por esos caminos de amor de Dios. Cuando no correspondo a esa entrega divina, cuando no estoy a la altura de aquello que Dios espera de mí, no es que yo haga mal a Dios, sino que hago mal a otros, porque todos participamos de sus mismas entrañas de misericordia.
¡Qué importante es darnos cuenta de esto: Dios no se apaña bien solo, quiere necesitarnos! Hay un embelesamiento de la Trinidad conmigo que se va manifestandodía tras día, en multitud de caricias y detalles de amor. Dios es un enamorado que “cae” en desazón cuando no correspondemos, como la amada del Cantar de los Cantares en busca del amado. Hemos de tener la audacia de creerlo, y ayudar a los demás a creerlo.
Cuando Dios vuelva ¿encontrará fe, fe en ese amor que se entregó radicalmente en la Cruz de su Hijo? No se trata de un amor que responde sólo con la cabeza, sino que es una fe llena de actos de amor, que ve con un corazón apasionado, y que nos lleva por más caminos de amor, manifestados en mi entrega, mi audacia, mi generosidad… mi vida entera.
María, nuestra Madre, sí sabe de esa necesidad del amor de Dios por cada uno de nosotros. Lo sabe hasta el final, y comprende el alcance de su vocación, hasta derramarse en el mismo sacrificio de su Hijo junto a la Cruz.
Mater Dei
Archidiócesis de Madrid

sábado, 16 de junio de 2012

La Iglesia es madre

Siempre resultará más fácil detenerse en los límites, errores, pecados y hasta escándalos de los miembros de la Iglesia que admirar esa belleza, humanamente inexplicable, que la hace resplandecer de santidad y chorrear divinidad por todos los poros de su ser. Mientras veas a la Iglesia como una empresa demasiado humana siempre estarás en ella como un extraño, como ese invitado que cumple con su visita de cortesía, fingiendo quizá una amistad que no existe. La Iglesia es tu Madre y tu eres el hijo engendrado y llevado en sus entrañas. Y este espíritu de familia, propio de los hijos de Dios, es el que debes testimoniar a tu alrededor, con la fidelidad de tu vida, no siendo cómplice del desinterés egoísta o la crítica fácil, detrás de la cual muchas veces se esconden cristianos aliados con la mediocridad y el aburguesamiento espiritual. Los verdaderos hijos son los que gustan de la intimidad de este hogar de Dios que es el seno de la Iglesia, y allí vuelven una y otra vez, como el niño que busca la leche materna, envuelta en el cariño y en la mirada de su madre. Tu apostolado debe transparentar este estilo materno y espiritual, que no tiene nada de blandenguería y que requiere por tu parte el mismo amor entregado y generoso, el mismo olvido de sí que vive continuamente una madre con su hijo. Que tu apostolado sea expresión de esa maternidad espiritual que define esencialmente el misterio de la Iglesia, ese que llevas grabado en tu alma porque un día el bautismo te hizo hijo de Dios. Cuida de Cristo en las almas como una madre cuida de su hijo en su seno.
Mater Dei
Archidiócesis de Madrid

lunes, 11 de junio de 2012

LA ABSOLUCIÓN COLECTIVA ¿ES VÁLIDA?



El sacramento de la Penitencia, o Reconciliación, o Confesión, es el sacramento instituido por Nuestro Señor Jesucristo para borrar los pecados cometidos después del Bautismo. En este sacramento los fieles arrepentidos y con propósito de enmienda, confiesan sus pecados a un ministro legítimamente ordenado. De él reciben la absolución cuyo fruto es la reconciliación con Dios y con la Iglesia a la que se hirió con el pecado.

El ministro del Sacramento

El ministro del Sacramento es el sacerdote provisto de la facultad para confesar. Esto afecta a la validez del sacramento. Si el sacerdote no tuviera la facultad para confesar, la absolución sería inválida pero en este caso la Iglesia suple la facultad que le falta por el bien del penitente haciendo valido el sacramento (c. 965). En el caso de que dé la absolución una persona que no ha recibido el sacramento del orden, la absolución sería invalida y en este caso la Iglesia “no suple”, no recibiría la gracia del sacramento pero sí el perdón de Dios si el penitente acude arrepentido y de buena fe, sin saber que el falso sacerdote no estaba ordenado. Esto es así porque el perdón puede ser dado por Dios aprovechando cualquier circunstancia.   

Cuando existe un penitente en peligro de muerte, a tenor del c. 976, todo sacerdote, aun desprovisto de facultad para confesar, absuelve valida y lícitamente, cualquiera que sea sus censuras y pecados. Esto es así aunque se encuentre un sacerdote aprobado y con facultad para confesar.

Modos de celebración

Existen dos modos de celebrar el sacramento:

  El único modo ordinario de la celebración es la confesión y la absolución individual (c. 960). Aquí el penitente confiesa sus pecados al sacerdote de forma individual recibiendo de este la absolución que le reconcilia con Dios y con la Iglesia.  Este es el único modo de remisión de los pecados graves, solamente en caso de imposibilidad física o moral la reconciliación puede darse por otros medios. Imposibilidad física se entiende en peligro inminente de muerte, cuando no hay confesor o el sacerdote no entiende el idioma. Por imposibilidad moral se entiende la dificultad por parte del penitente de abrir su conciencia a un sacerdote concreto que sí está disponible. En estos casos se puede recibir la remisión de los pecados siempre que se tenga el deseo de recibir el sacramento de la penitencia. Estos otros medios pueden ser la contrición perfecta y la absolución general colectiva. Para la validez de la absolución se debe manifestar los pecado al sacerdote y recibir la absolución tal como está establecido en los libros litúrgicos.

El modo excepcional es la celebración comunitaria sin confesión y con absolución colectiva (cc. 961-963). Esta celebración solo está permitida en dos supuestos:

a.   Cuando existe la amenaza de un peligro de muerte y no hay posibilidad de que los sacerdotes puedan oir las confesiones individuales de los fieles.
b.  Caso de necesidad grave fuera del peligro de muerte. En este caso se debe de dar que no haya suficientes sacerdotes para oir las confesiones y que los fieles queden privados de la gracia sacramental y de la comunión por tiempo de un mes. Estos dos motivos deben de darse a la vez.

El canon 961 dice que corresponde al Obispo diocesano juzgar si se dan las condiciones para aceptar este modo de celebración de la penitencia fuera del peligro de muerte en su diócesis y si está en consonancia con los criterios adoptados por la Conferencia Episcopal Española. En España, la Conferencia Episcopal considera que no se dan en ningún caso estos motivos establecidos fuera del peligro de muerte. Por tanto no está permitida en España la absolución general.

Si aun así recibe la absolución dada a varios a la vez, para la validez se requiere (c. 962):
-      
  •    Que esté dispuesto debidamente, es decir, que haya arrepentimiento y deseo de conversión. 
  •         Que tenga el propósito de confesar individualmente de forma individual y antes de la próxima absolución general todos los pecados graves que no haya podido confesar.

Si no se estableciera estas dos condiciones la absolución sería invalida.

El penitente

Las disposiciones necesarias para que el sacerdote pueda impartirle la absolución se encuentran en los cc. 987- 988. El Fiel ha de estar dispuesto de tal manera que rechazando los pecados cometidos y teniendo propósito de la enmienda se convierta a Dios. Para ello deberá confesar según su especie y número todos los pecados graves cometidos después del bautismo y no perdonados en confesión individual. Es recomendable la confesión de los pecados veniales aunque estos pueden ser perdonados por otros medios como puede ser el agua bendita o recibir la comunión sacramental.

Todo fiel, que haya llegado a los 7 años, se presume (admite prueba en contra)  el uso de razón y por tanto está obligado a confesar sus pecados graves al menos una vez al año a fin de cumplir el precepto de comulgar por Pascua Florida. 

Lugar para recibir el sacramento

El lugar establecido para confesar a tenor del c. 964 es una Iglesia u oratorio y en el confesionario provisto de rejilla entre el penitente y el confesor para así garantizar el anonimato del penitente. El confesor puede imponer al fiel la confesión en el confesionario tradicional.

El confesor tiene obligación de absolver al penitente si este está bien dispuesto y manifiesta su arrepentimiento, la absolución se diferirá o se negará solamente si el confesor duda sobre el arrepentimiento del fiel, de que no está dispuesto a romper con la situación de pecado en el que vive (c. 980).

El sigilo sacramenta

El sacerdote, después de haber oído la confesión, deberá guardar el sigilo sacramental que es inviolable, no pudiéndose quebrantar por ninguna cosa aunque el fiel autorice a hacer uso de la misma confesión. Esto conlleva, si ha sido de forma directa (pecado + penitente), la sanción de excomunión latae sententiae reservada a la Santa Sede, si es de forma indirecta, la sanción es indeterminada y la establece la autoridad eclesiástica (c. 983).  

domingo, 10 de junio de 2012

MEDITACIÓN SEMANAL

Aunque pase por un valle tenebroso, ningún mal temeré, porque Tú estás conmigo. (Sal. 23)

viernes, 8 de junio de 2012

Orar sin regateos

No seas tacaño y medidor con el Señor. Tu tiempo no es tuyo sino de Dios, pues Él te lo da. El que necesitas para tu santificación, ni más ni menos. Dáselo tu a Él sin regateos. No recortes minutos a tu oración diaria; no tengas prisa en la acción de gracias de la Eucaristía; no reces el rosario apresuradamente, como quien quiere acabar cuanto antes un deber pesado y aburrido; tómate el tiempo necesario para hacer bien tu examen de conciencia diario; saborea pausadamente todas tus oraciones y devociones personales; no quieras que la Eucaristía dure menos o que la confesión sea más rápida y breve. ¿No te sentirías molesto si alguien te atendiera de cualquier manera, o te hablara sin interés y sin prestar atención a lo que tú dices? ¿Crees que el Señor tuvo prisa, siquiera un minuto, para que pasara cuanto antes aquel viernes santo y aquella cruz? Es de justicia que des al Señor el tiempo que le has prometido, todo el que sea preciso, sin prisas, sin ahorrar detalles, con esa elegante generosidad de quien ya ha experimentado que el verdadero amor sólo sabe de darse. 
Mater Dei
Archidiócesis de Madrid

miércoles, 6 de junio de 2012

¿SABES VIVIR CON ALEGRÍA?

De lo que rebosa el corazón habla tu vida. Si tu alma rebosa de gracia divina irradiarás, aunque no te lo propongas, esa serena alegría de los hijos de Dios que tanto atrae a los demás. Cualquier gesto brusco o arisco, cualquier palabra cortante, una mirada dura, una actitud distante, una valoración pesimista, una opinión soberbia e impositiva, todo eso aleja de Dios, a ti y a los demás. Tu alegría no tiene por qué ser escandalosa ni llamativa, pero sí deberá ser siempre discreta y, a veces, hasta silenciosa, porque si nace del amor de Dios y de tu abandono filial no necesita estridencias ni aspavientos para mostrarse como verdadera. Sólo aquellos que viven colgados ciegamente de la mano providente del Padre, confiados en su amor incondicional y eterno, son capaces de vivir esa verdadera alegría que no se deja condicionar ni determinar por ninguna circunstancia o persona. No olvides que la verdadera alegría, la alegría cristiana, florece con mayor belleza en la cruz, en la fidelidad escondida y hasta rutinaria del deber, en ese monótono y grisáceo día a día que a veces tanto nos pesa. Una poderosa aliada del mal y de la tibieza es la tristeza, que siempre llega de la mano del desánimo y de la desgana espiritual. No dejes que esa sutil carcoma entre en tu alma y tendrás asegurada la victoria de Cristo en cada una de tus luchas.

Mater Dei
Archidiócesis de Madrid

martes, 5 de junio de 2012

#YoRezoPorBenedicto

Fuente: http://elblogdemrpotato.blogspot.com.es/

Hola, hola, hola... querido lector.

Mucho se está hablando estos días en los medios de comunicación acerca del Papa Benedicto.

Probablemente lo que mas debería comentarse es el Encuentro Mundial de las Familias que acaba de tener lugar en Milan, en el que un millón de personas de todas las edades se han congregado con el Papa.

En lugar de esto, que poco parece importar a los medios (incluídos algunos que se llaman católicos, si eres agudo sabrás a cuales me refiero), se habla de espías, documentos secretos, filtraciones y sospechas vaticanas, al mas puro estilo Dan Brown. Supongo que es lo que al mundo de hoy interesa...

Sucumbo ante esto, ya hablaré a lo largo de la semana del EMF. Quiero defender al Papa. Pobre Benedicto XVI....

domingo, 3 de junio de 2012

MEDITACIÓN SEMANAL

La Eucaristía, el sacramento que ha sido la fuerza de los mártires, de los confesores, y la razón de tantas vírgenes y santos. Sin la eucaristía no hay santos posibles. 
(D. Francisco Jóse Pérez Fernández-Golfín)

sábado, 2 de junio de 2012

NUEVA PÁGINA EN SÍ, EN LA IGLESIA!!!!!!!!!

Desde hoy, el blog "Si, en la Iglesia" cuenta con una nueva sección. Se llama "Consultas canónicas". Esta página ha sido creada para ayudar en cuestiones de Derecho Canónico a todos los sacerdotes, laicos y religiosos que así lo deseen. Esta es la mejor forma de ir conociendo la Iglesia de Cristo, que es nuestra madre. Acudid a ella para solucionar todas vuestras dudas. Un saludo. 

Sirve a la iglesia como hijo

Hay una tremenda diferencia entre el mercenario y el hijo. El amor totalmente desinteresado e incondicional de una madre no se merece como respuesta el servicio y la entrega de quien trabaja sólo por el salario y la recompensa humana. Aunque veas que entre los cristianos prima la lógica del interés propio, del quedar bien, del crecer en la buena fama, del hacer carrera y subir puestos, de ser considerado y tenido en cuenta, acepta con caridad todo eso que llamas "zancadillas", desprecios y humillaciones, y no quieras tener otra ambición que Dios, sólo Dios. Busca sólo el Reino de Dios y lo demás vendrá cuando y como Dios quiera. No caigas en la crítica fácil y comodona, en las simpatías y antipatías que tanto ahogan la eficacia apostólica, en esos criterios tan humanos que hacen del Reino de Dios una trama de políticas, influencias e intereses, que no te domine la ambición de los primeros puestos del banquete. Sirve a la Iglesia como sirve un verdadero hijo a su madre. Besa sus heridas y sus llagas, como besaría María las heridas y las llagas del cuerpo de su Hijo. Ama y sirve a tu Iglesia con ese amor gratuito e incondicional que tanto se parece al amor con que es amada por Cristo.  


Mater Dei
Archidiócesis de Madrid