LA PRESENCIA DE DIOS EN MEDIO DE LA HISTORIA DEL HOMBRE.



A lo largo de la historia, Dios ha hablado a los hombres de muchas maneras, hoy nos ha hablado por medio de Jesucristo. Él se hace hoy presente en medio de su Iglesia, la Iglesia que él ha querido fundar. Cristo, única promesa de felicidad, se hace presente en la realidad de cada día, en cada hombre y en cada acontecimiento.

Por ello, este blog lo que pretende es reconocer a través de los hechos en la Iglesia, la presencia de Dios en medio de su Pueblo.

sábado, 25 de diciembre de 2010

¡ FELIZ NAVIDAD !

¡Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor! Este es el cántico de alegría que proclamaron los coros celestiales ante el nacimiento del Salvador, porque hoy en Belén de Judá, ha ocurrido algo extraordinario, un hecho que ha cambiado la historia de la humanidad dividiéndola en un antes y en un después, hoy nos ha nacido un salvador, el Mesías esperado desde toda la eternidad. Hoy Dios se ha hecho hombre como nosotros hablando el mismo lenguaje por amor a toda la humanidad.
Ha querido hacerse pobre por cada uno de nosotros porque Dios es fiel a sus promesas y nunca abandona a su pueblo. El Señor está presente, sí, el mismo Dios está con nosotros, ha salido a nuestro encuentro porque verdaderamente le importa nuestra vida.

El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; una luz resplandeció sobre los que vivían en tierra de sombras. Este pueblo que camina en tinieblas y en sombra de muerte, somos cada uno de nosotros, que hemos sido rescatados de la esclavitud del pecado, vivíamos una vida mediocre sin saber hacia donde dirigirnos, una vida sin sentido esclavizados por la tristeza y la angustia. Pero al igual que en el pueblo de Israel también a nosotros nos ha nacido una gran luz, Jesucristo, nuestro salvador y redentor.

Muchas veces y de muchas maneras habló Dios a nuestros antepasados por medio de los profetas, ahora en este momento final nos ha hablado a través de su único hijo Jesucristo “un hijo se nos ha dado”.

Este gran acontecimiento ha afectado a toda la humanidad y de una manera especial a todos nosotros, Jesucristo viene a mostrarnos una vida nueva marcada por la gracia y no por el pecado. El pecado ya no tiene hueco en nuestras vidas, porque Cristo ha vencido al pecado y al mal. Él con su presencia nos hace ver que es posible vivir otra vida distinta a la que el mundo nos ofrece. Que verdaderamente se puede ser feliz siguiéndole a él. Ya no vivimos en sombras de muerte, en angustia ni tristeza sino en alegría porque en él está la plenitud de la felicidad. Él es el único camino para ser feliz y vivir una vida plena, bella incluso con las cruces de cada día. Cristo nos enseñará el camino de la Santidad, que no consiste en otra cosa que en seguirle a él con nuestras personas, pobrezas y debilidades. El es el camino, la verdad y la vida.

Esta es nuestra alegría, gozo y esperanza, descubrir que Cristo ha venido al mundo haciendo morada en medio de nosotros. Solo esto puede llenarnos de verdadera alegría y gozo. Por eso ya no podemos seguir igual, nuestra vida ha cambiado, tenemos que abandonar nuestra antigua vida de pecado y vivir teniendo a Dios como una prioridad para nuestra vida no como algo secundario como hoy tristemente ocurre, Dios siempre pasa a segundo plano. Debemos de dedicar tiempo a Dios, esto nunca es tiempo perdido.

Pero en nosotros puede ocurrir en nosotros lo que nos dice el Evangelio “vino a los suyos pero los suyos no lo recibieron”. Esto me sorprende y me causa sufrimiento y dolor, porque el Señor viene y no solo no lo acogen los que no aman a la Iglesia, ni a Cristo que es lo normal, así lo hemos podido comprobar durante este año, la constante y cansina persecución a la Iglesia por parte de las autoridades, creando leyes en contra de la dignidad humana, cerrando templos como el valle de los caídos, promoviendo las apostasías, sino que nosotros muchas veces somos los primeros en dejar al Señor en segundo plano. 

Para acoger al niño Dios en nuestras vidas tenemos que cojer el ejemplo de los pastorcicos de Belén, figuras que pasan siempre desapercibidos pero que nos muestran una realidad, nos muestran que para acercarnos al niño Dios tenemos que ser pobres, sencillos y humildes, con su sencillez y humildad se acercaron a adorar al niño que había nacido. Estos fueron los primero en conocer la alegre noticia, sin embargo los sabios de oriente, llegaron mucho más tarde a adorar al niño.


Señor Jesucristo, tú que has nacido en Belén, ven con nosotros. Entra en nosotros, en nuestra alma. Transfórmanos. Renuévanos. Haz que yo y todos nosotros, de madera y piedra,  nos convirtamos en personas vivas, en las que tu amor se hace presente y el mundo es transformado.

martes, 21 de diciembre de 2010

LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ (I)

Recuerdo un hecho que me ocurrió cuando estaba destinado de diácono en la Catedral Santa María Magdalena de Getafe, venía de dar la comunión a los enfermos una mañana muy fría, había una mujer anciana en la puerta de la Catedral que por su aspecto parecía estar inmersa en una profunda preocupación. Esta mujer estaba hablando con dos personas, un hombre y una mujer muy bien vestidos, con sus carteras y revistas en las manos, no paraban de sonreír. Me llamó la atención las palabras que dirigió uno de ellos a esta pobre mujer: “si vienes con nosotros te quitaremos el sufrimiento que te está produciendo la vida”. Estas personas que rodeaban a la pobre mujer eran miembros pertenecientes a los salones del Reino de los Testigos de Jehová.

Este movimiento religioso tiene su origen en el siglo XIX, la especulación profética dio origen a muchos movimientos como los mormones, adventistas y Testigos de Jehová.

En 1852 nació Charles Russell que pertenecía al grupo de los presbiterianos. Él perdió la fe que había recibido de sus padres mientras discutía con un ateo. Se unió a los adventistas y llegó a creerse el mismo un gran profeta. En 1879 fundó The Watchtower Bible and Tract Society (La Sociedad Bíblica de la Atalaya) conocida hoy como “Los Testigos de Jehová”.

Russell, sin estudiar teología, se autodetermina “pastor” y llega a la conclusión que todos los cristianos habían interpretado erróneamente la Biblia. Escribió siete volúmenes llamados “Estudios de la Sagradas Escrituras”. En 1874, al considerarse profeta, anunció la venida de Cristo para el año 1914, en ese año los 144.000 debían ser llevados al cielo y dar comienzo el milenio del Apocalipsis. Como este hecho no ocurrió postergó la fecha hasta el 1915 y de nuevo al 1918.

En 1916 murió el Sr. Russell y tomó la presidencia el Sr. Rutheford. Este hombre profetizó la resurrección de Abraham, Isaac, Jacob y otros patriarcas del Antiguo Testamento. Los testigos crecieron enormemente y consideraban a este hombre como uno de los más iluminados de la historia.

La sede central de esta secta está situada en Brooklyn, el presidente tiene junto a sí a siete directores vitalicios que dirigen la organización. Como bien sabemos ellos no se reúnen en las Iglesias sino en el Salón del Reino. Muchos de los miembros pertenecientes a esta organización provienen de la Iglesia Católica, antes de entrar en la sectas les hacen apostatar a través de un acto formal.

A la hora de deducir cual es su misión, podemos decir, que toda su vida la van a dedicar a promover el estudio de la biblia, pero no la biblia original, sino la biblia cambiada y manipulada por ellos. Esta biblia contiene numerosísimos errores. Su misión también será la de honrar a Jehová a través de sus cultos y del anuncio de su doctrina.  Viven muy atentos a la realidad, porque según ellos en cualquier momento ocurrirá el Harmaguedon, la “gran tribulación” que eliminará todo sufrimiento y todo mal, porque Cristo vendrá a establecer el reino de Dios en la tierra. Evidentemente, según su doctrina, solo podrán salvarse ellos porque son los únicos fieles de todas las religiones y confesiones que obedecen totalmente a Jehová, por lo que se deduce que todos los demás serán condenados al mal y al sufrimiento.

Algo que caracteriza a esta secta, es la obediencia radical a sus líderes. Confunden las doctrinas falsas de los pastores con los mandatos de Dios. Muchas doctrinas que promueven son contrarias a la vocación cristiana. Un ejemplo claro de esto que afirmo es que los propios matrimonios que trabajan en la sede central, se les prohíbe tener hijos mientras trabajen allí.

Como algo propio de una secta, la relación con los miembros hace que poco a poco, el converso, se vaya aislando progresivamente del mundo exterior. Se trata de aislar a los miembros de relaciones tan elementales como las relaciones personales o institucionales. Solo se les permite esta relación si pertenecen a la secta. Aquí entran incluso los familiares, amigos, lecturas, tratamiento medico, etc.

Cuando hacia este pequeño estudio, me llamó la atención muchas de las prohibiciones que deben acatar, se prohíbe la Navidad, los cumpleaños, los días de fiesta, votar o participar, servir en el ejército, saludar a la bandera, creen que toda autoridad fuera de los Testigos viene de Satanás, incluso la autoridad civil.

Todo esto no es algo que se aprenda en un día, ellos a lo largo de la semana tienen cinco reuniones para la instrucción y el entrenamiento. Su esfuerzo está en el proselitismo, son adoctrinados para vender el producto usando cualquier táctica que han aprendido en estas reuniones. Suelen dar mucha importancia a la propaganda, tienen dos revistas famosas, la atalaya y Despertad, a la vez que muchísimos folletos y millones de biblias mutiladas. Todo testigo tiene un número de horas determinado  que debe dedicar a la propagación de la secta, 150 horas mensuales dedican a visitar casas y centros comerciales donde propagar sus ideales sectarios. Todos los meses cada grupo debe enviar a la sede de Brooklyn un informe que incluye nombres e información sobre cada persona visitada, por eso tenemos que tener cuidado cuando suban a las casas, porque esa casa ya queda fichada en esta sede central.
 




Algo muy curioso de ellos es que afirmar con toda firmeza que Abraham, Moisés, Pedro, Pablo y hasta el mismo Jesucristo, eran miembros de los Testigos de Jehová. Esto ¿cómo puede ser si en 1879 todavía no existían?

viernes, 17 de diciembre de 2010

EL GRAN MISTERIO DE LA NAVIDAD

Vengo de Madrid. ¡¡Que bonito!! Todo lleno de luces en los árboles y en las grandes avenidas, el Corte Ingles ya anuncia la navidad con el famoso Cortylandia, la gente no para de hacer las compras de última hora para preparar las cenas de nochebuena y nochevieja. Todo anuncia que la navidad está cerca. Las familias ya llaman a sus seres queridos para celebrarlo todos juntos, las empresas ya hacen las comidas de navidad. Cada diciembre se hace un milagro que une a los hombres de cualquier lugar. Y yo me pregunto, y todo esto ¿Para qué? ¿Qué es la navidad? ¿Hemos convertido el mes de diciembre en el mes de las compras, el mes en el que se junta las familias para celebrar una fiesta? ¿No podríamos juntarnos en otro mes que hiciera menos frió? 

Poco a poco estamos viendo que la navidad está perdiendo su sentido cristiano, pensamos que la navidad es la preparación para el fin del nuevo año, el cual muchas personas desean despedirlo para que venga un nuevo año lleno de salud, dinero y amor.

La navidad no es esto. Todas estas luces, todos estos preparativos, todas estas comidas, el famoso cortylandia (aunque llevamos años contemplando actuaciones más paganas que navideñas) tiene un sentido puramente cristiano. Es la Alegría que produce en todo cristiano, en todos los hombres la llegada del niño Dios a la historia. Un hecho tan extraordinario que ha cambiado la vida de los hombres, ha cambiado el transcurso de la historia dividiéndola en un antes y en un después. «Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado» (Is 9,5). «Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor» (Lc 2,11).

Este es el origen de nuestra alegría, que el Señor está presente. Desde este momento, Dios es realmente un «Dios con nosotros». Ya no es el Dios lejano que, mediante la creación y a través de la conciencia, se puede intuir en cierto modo desde lejos. Él ha entrado en el mundo. Es quien está a nuestro lado. Está en nuestra vida diaria. Esta aquí, conmigo y eso es lo que me llena de inmensa alegría, que mi Dios no me ha dejado solo.

Dice Benedicto XVI: “Por vosotros ha nacido el Salvador: lo que el Ángel anunció a los pastores, Dios nos lo vuelve a decir ahora por medio del Evangelio y de sus mensajeros. Esta es una noticia que no puede dejarnos indiferentes. Si es verdadera, todo cambia. Sí es cierta, también me afecta a mí.

Realmente está noticia es tan grande que no puede dejarme indiferente, el mismo Dios se ha hecho hombre para mostrarme que realmente se puede vivir una vida nueva, bella y apasionante, quiere mostrarme con su venida que el secreto de la verdadera alegría tiene un rostro concreto: Él mismo.
Ante este hecho extraordinario toda la tierra brota de alegría, ha llegado la salvación, el que va a arrancar mi pecado, ¡que gran acto de misericordia!, entregamos nuestra pobreza y recibimos la mayor Riqueza, el amor misericordioso del Salvador.

Por eso este tiempo tiene que ser de agradecimiento y oración, caer en la cuenta, a través de la oración, que Dios se hace hombre por mi, para que pueda participar aquí de la vida divina. En nuestro corazón tiene que caber el agradecimiento por todo lo que Dios ha hecho en nuestra vida, ojala vivamos siempre de esa alegría verdadera y profunda que Cristo viene a proporcionarnos.

Así, de esta forma, verdaderamente tienen sentido las luces, los confetis, las celebraciones en familia, porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado, Jesucristo, el Salvador.

Mucha gente no ha querido recibir a este niño en sus casas ni en sus vidas, al revés le han despreciado y le han dado la espalda, para ellos la Navidad no es otra cosa que la preparación para el fin del año viejo. Para recibir a Jesús en nuestras casas, en nuestros corazones, debemos tener un corazón sencillo y humilde como el de aquellos pastorcitos que recibieron la alegre noticia. Aquello supieron bien descubrir que ese niño tenía algo especial, que ese niño era Dios. Solo los corazones sencillos pueden reconocer este hecho.   

Que el niño Dios con su venida, produzca en nuestros corazones la obra de la conversión. ¡¡Feliz Navidad!!

miércoles, 15 de diciembre de 2010

D. FRANCISCO JOSÉ: OBISPO QUE HA DEJADO HUELLA

Francisco José Pérez y Fernández Golfín nació en Madrid el 12 de febrero de 1931. Fue el cuarto de cinco hermanos, hijos de Don Julio Pérez Aubá, funcionario del Estado, y de Doña María Luisa Fernández-Golfín Guerrero de Portanova, hija y nieta de general, de larga tradición militar. Sus abuelos se llamaban por parte de su madre, Juan Manuel y Doña Enriqueta, por parte de su padre D. Gaspar y Doña Francisca.

Fue bautizado el día 27 de febrero de 1931 por el ministro. Rvd. D. Ricardo Mediavilla, en la parroquia de Ntra. Señora de los Dolores, perteneciente a la archidiócesis Madrid-Alcalá. Tuvo como padrinos a D. Gaspar y a Doña Rosa Pérez. El bautismo quedó inscrito en el Libro del año 1931, en el Folio 174, número 174.

Durante su infancia vivió la Guerra Civil Española en Madrid y Barcelona, escapando providencialmente de la muerte en varias ocasiones.

En la parroquia de S. Miguel Arcángel de Chamartín de la Rosa, en Madrid, fue confirmado por el Excmo. Sr. Obispo de Madrid-Alcalá D. Leopoldo Eijo Garay el día 27 de Noviembre del 1939. Sus padrinos de confirmación fueron D. Tomas Calle Ugena y Doña Mercedes Moreno Osorio. Esto quedó registrado en el libro primero de confirmaciones en el número 351.

Durante su juventud perteneció al Movimiento de Acción Católica. Así lo podemos ver en su carnet donde aparece como miembro numerario.

Después de cursar el Bachillerato Superior ingresó en el Seminario Conciliar de Madrid, donde estudió desde 1947 hasta mayo de 1956 .

A los 22 años de edad, siendo alumno del segundo curso de Sagrada Teología, el día 3 de Noviembre de 1953, pidió a través de una carta al Excmo y Rvdmo Sr. Patriarca de las Indias Occidentales, Obispo de Madrid-Alcalá, poder recibir la primera clerical tonsura en las témporas de Adviento. El día 6 de Noviembre de 1953 se lo pidió también a través de una carta al Sr. Rector del Seminario.

El 14 de Noviembre de 1953 se envió al Sr. Cura Párroco de San Miguel de Chamartín el cuestionario de la Sda. C. de Discip. de Sacramentos para que informara a la secretaría a cerca de la vida, costumbres y vocación de D. Francisco José Pérez y Fernández Golfín que deseaba recibir en las temporas a clerical tonsura. Este cuestionario fue enviado por el párroco el día 19 de Noviembre de 1953 (Cf. Archivo) El día 14 de Diciembre de 1953 realizó el juramento de fidelidad y el día 19 de Diciembre de 1953 recibió la primera tonsura clerical por su piedad sólida, carácter sencillo y servicial.

A los 23 años de edad, alumno del 2º curso de Sagrada Teología, el día 23 de Febrero de 1954, escribe una carta al Señor Obispo pidiendo recibir las ordenes menores del Ostiariado y Lectorado el Sábado ante Dominicam Passionis. El mismo día escribió al Rector del Seminario. El día 31 de Marzo de 1954 realizó el juramento de fidelidad.

También a los 23 años de edad, siendo ya clérigo lector de la Santa Madre Iglesia y alumno del 2º curso de Sagrada Teología, solicitó el día 24 de Abril de 1954 al Señor Obispo recibir el Exorcistado y Acolitado en las temporas de la Santísima Trinidad.

Fue ordenado sacerdote en Madrid el 26 de mayo de 1956, a los veinticinco años, en la entonces Catedral de San Isidro.

Durante sus años de formación, fue un brillante estudiante, haciendo vida todo aquello que estudiaba.

Su primera misión pastoral fue la de párroco en la parroquia Ntra. Señora de la Asunción en Alpedrete (Madrid). Fue nombrado en junio de 1956, realizó el juramento prescriptos y la profesión de fe el 2 de julio de 1957 ante el Excmo. Y Rvdmo Sr. Patriarca de las indias Occidentales. Tomó posesión de la misma el día 16 de julio de 1957 a las 10h. ante dos testigos: D. Estanislao Martín y D. José maría Santos, vecinos de Alpedrete. También fue encargado de la parroquia Ntra. Sra. Del Carmen. Los Negrales, de 1956 a 1962.

En 1962, el entonces Patriarca Obispo de Madrid, Don Leopoldo Eijo y Garay, le nombró director espiritual del Seminario menor, cargo que desempeñó hasta el año 1966, donde fue nombrado director Espiritual del Seminario Mayor. Estuvo simultaneando este cargo con el de profesor de formación religiosa en la Escuela Técnica de Ingenieros de Caminos.

Durante todos estos años se distinguió por su acierto en aplicar la renovación del Concilio Vaticano II a la formación sacerdotal y por su capacidad de discernimiento inculcó una espiritualidad sólida y duradera, de gran ayuda en momentos de cambios difíciles y de crisis. Fue animador de una escuela de espiritualidad sacerdotal, cuyos miembros se les conoce popularmente por “golfinianos”.

Don Francisco José tenía una gran experiencia de ejercicios espirituales (realizó en 1964 un cursillo para directores de ejercicios, al igual, realizó en 1971 un curso de Teología Espiritual en Comillas), especialmente para sacerdotes y seminaristas, y fue requerido para ponencias y comunicaciones en diferentes congresos y reuniones de estudio y espiritualidad.

En 1965 se licenció en Teología Dogmática en la Universidad Pontificia de Comillas. Su tesina de licenciatura versó sobre el tema Todas las cosas aman a Dios en el pensamiento de Santo Tomás. En el año 1967 hizo el curso de doctorado en la Universidad de Comillas. En 1969 hizo un curso de Biblia en Jerusalén. En 1970 se diplomó en Psicopedagogía en la Escuela de la Federación Española de Religiosos de la Enseñanza.

El 24 de mayo de 1972, siendo párroco de S. Jorge, fue nombrado por el Excmo. Sr. Obispo Auxiliar y Vicario General Mons. Blanco Ecónomo por el tiempo “Ad Nahum Episcopi”

En 1973 solicitó un traslado para atender mejor a sus padres, ya ancianos, y el Cardenal Arzobispo, Mons. Vicente Enrique y Tarancón, le nombró párroco de San Jorge (donde se le recuerda con mucho cariño), parroquia de nueva creación pero aún sin templo ni funcionamiento, cargo que desempeñó hasta 1983. Durante estos años fue elegido arcipreste del Arciprestazgo de San Agustín y desarrolló una fecunda labor pastoral de evangelización y catequesis familiar, de adultos y de infancia, pastoral juvenil y vocacional, gran promoción de la caridad y vida consagrada.

En 1974 obtiene la Licenciatura en Teología Moral en el Instituto Superior de Ciencias Morales con una tesis sobre El amor a los enemigos en el Nuevo Testamento.

El 1 de diciembre de 1983 fue nombrado, por el arzobispo de Madrid-Alcalá, D. Ángel Suquia Goicoechea, Vicario Episcopal de la vicaría I por el tiempo de cuatro años, cargo que desempeñó conjuntamente con el Obispo Auxiliar Mons. Ricardo Blanco Granda. El 5 de diciembre de 1983 hizo el juramento de fidelidad y la profesión de fe.

El día 25 de Marzo de 1985, a las 11 de la mañana, la Nunciatura comunicaba a monseñor Suquía el nombramiento de D. Francisco designado por el Santo Padre Juan Pablo II. Fue nombrado Obispo Auxiliar de Madrid y Titular de Tigillava. Su lema sacerdotal fue también el episcopal: Libentissime impendam et superimpemdar ipse pro animabus vestris (II Cor, 12, 15); "Muy gustosamente me gastaré y me dejaré desgastar por vuestras almas". Junto con otras muchas responsabilidades, se ocupó especialmente en estos años del cuidado de los sacerdotes y religiosos.

El 11 de mayo de 1985 a las 19, 30 fue ordenado en la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, de manos del cardenal Suquía, Don Francisco como obispo titular de Tigillava y Auxiliar de Madrid-Alcalá. En la ceremonia, el celebrante principal fue el Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Ángel Suquía Goicoechea, estaban también el Nuncio monseñor Innocenti, el cardenal Tarancón, monseñor García Lahiguera y otros obispos entre los que se encontraban los Auxiliares de Madrid.

El día 17 de mayo de 1985, a las 17, 30 horas, en el Palacio Arzobispal, comparece ante el Excmo. y Rvdmo Señor D. Ángel Suquía y presenta las Letras Apostólicas de su nombramiento. A su vez, D. Ángel Suquía las reconoce como autenticas y les da posesión de sus oficios, los nombra según derecho Vicarios Generales de la Archidiócesis.

El día 23 de julio de 1991 aparece la “Bula de erección de la Diócesis de Getafe” (“Matritensem praeclaram Sedem), por Juan Pablo II. Cardenal Angelo Sodano (Secretario de Estado) y Cardenal Gantín (Prefecto de la Congregación para los Obispos) y la “Bula de elección de Obispo de Getafe”, a FRANCISCO JOSÉ PÉREZ Y FERNÁNDEZ GOLFÍN, Obispo Auxiliar de Madrid y Titular de Tigilava. Dado en Roma, por Juan Pablo II. Eugenio Seni (Protonotario Apostólico).

El día 12 de Octubre de 1991 se lleva a cabo la “Ejecución de la Bula Apostólica”, erigiéndose canónicamente la Diócesis de GETAFE. Firmado por Mario Tagliaferri (Nuncio Apostólico) y Joseph Chennoth (Consejero).

Fue nombrado por el Papa Juan Pablo II Obispo de Getafe el día 23 de julio de 1991. Tomó posesión de su Sede ante el Nuncio de Su Santidad Mons. Don Mario Tagliaferri y once prelados más, el 12 de octubre del mismo año a las 19 horas, donde
permaneció hasta su fallecimiento, después de poner en marcha la nueva diócesis y sus instituciones.

En la Conferencia Episcopal Española fue miembro de las Comisiones Episcopales del Clero, de 1985-1990; de Límites, de 1993-1996; de Seminarios y Universidades, desde 1987.

A los setenta y tres años de edad, y con más de doce años de servicio episcopal en la Diócesis de Getafe, falleció el 24 de febrero de 2004, pocas horas antes del inicio de la Cuaresma. La muerte le sorprendió en su residencia del Cerro de los Ángeles, tras sufrir una caída accidental como consecuencia de un ataque al corazón. Recibió sepultura en la Ermita de Nuestra Señora de los Ángeles, junto a su querido Seminario Diocesano Nuestra Señora de los Apóstoles, donde cada día recibe la visita de numerosos fieles, muchos de ellos jóvenes, que acuden para pedir su intercesión y acompaña a los seminaristas en su formación.


Don Francisco escribió numerosas cartas, homilías, conferencias y manuscritos que se encuentran en el archivo del seminario Diocesano de Getafe donde murió y recibió sepultura. Algunos escritos, homilías, conferencias y otros textos han sido publicados por el Padre Gabriel Díaz Azarosa y por la Diócesis de Getafe en dos libros: Así era Don Francisco y Palabras Sacerdotales.

domingo, 12 de diciembre de 2010

LA VIDA ES UN DON DE DIOS


Hace unas semanas, recibí una llamada de teléfono, era un familiar mío que me daba una mala noticia. Un amigo mío de 17 años estaba en estado crítico, rondando la muerte. Esto para mí fue un gran impacto. Mi reacción inmediata fue ponerme a pedir al Señor por su pronta recuperación, llamé a algunos conventos de monjas de clausura y de vida activa que conozco. Mi sorpresa fue que al día siguiente este chaval empezó a responder con normalidad al tratamiento, de forma que a los tres días, fuera de peligro, subió a la planta.


Al recibir esta alegre noticia, volví a caer en la cuenta que “Nuestra vida está en manos de Dios”. Es verdad, nuestra vida está en las manos de nuestro Dios, la vida es un don, un regalo grande de Dios para con nosotros, no somos nosotros los que nos damos la vida, es Dios mismo quien nos sostiene cada día y en cada momento. No sabemos ni el día ni la hora, todo está en manos de nuestro Dios, todo está establecido en el gran Libro de la Vida. 

Cada segundo, cada minuto de vida es un don,  es un acto de amor de Dios para con el hombre, se nos regala la oportunidad de establecer una relación de amistad, una alianza con nuestro Creador, de amarle sobre todas las cosas y de descubrir la belleza, la dulzura y lo apasionante que es la vida cuando se vive con Él, por Él y para Él.

La vida solo tiene sentido pleno cuando nos abandonamos en los brazos de nuestro Padre del Cielo, cuando dejamos que sea Él quien nos vaya guiando hacia ese cielo y esa tierra nueva que el mismo Cristo nos promete en el Evangelio. La vida, como ya decía,  tiene sentido cuando se entrega a Dios y a los demás, ese es el secreto de la verdadera alegría. Una vez más vuelve a resonar en mi corazón “sin mí no podéis hacer nada”. Esta es la esperanza y la seguridad de los hombres, que nuestras vidas está en sus manos.

Esto nos debe cuestionar acerca del sentido de nuestra propia vida, cómo y en qué estamos gastando nuestra vida. Decía el Papa Benedicto XVI que todos estamos llamados a vivir una vida plenamente feliz, esa felicidad que buscamos tiene un rostro concreto: Jesucristo.

Tenemos que recordar las palabras de S. Juan de la Cruz que nos invita a vivir la vida como una entrega de amor a Dios y a los hombres, él nos recuerda que “al atardecer de la vida nos examinarán del amor”. En el amor está la clave de la felicidad.

Como cristianos llamados a dar testimonio de nuestra vida entre todos los hombre, debemos valorar y defender la vida, incluso desde el momento de la concepción, frente a todos aquellos que a través de “leyes” promueven el aborto o la eutanasia.