“Te preocupas de los enemigos… ¿qué de
mejor nos podemos esperar? Recordemos… si son enemigos, son también enemigos de
Dios, y bien, los enemigos de Dios insultan a la cruz y a todos los que con el
Hijo de Dios están crucificados… como lo
es para tantas almas, motivos de alegría."
Fray Pío de Pietrelcina
(Epistolario
II. Fragmento de la Carta 62. Pietrelcina 10-04-1.915)
Si
pusiéramos atención, o mejor dicho si viviéramos lo que leemos o internalizáramos, meditáramos e hiciéramos
vida algo tan corto pero tan lleno de verdad y de sabiduría, pudiéramos llegar,
con su ejemplo, a vivir nuestras enfermedades de la misma forma como las vivió…
Hablar del Padre Pío y de enfermedad, es
hablar de lo mismo… Apenas con 5 años… un niño… un bambino, dirían en italiano… ya sabía lo que quería…
Ser un hombre de Dios… copió a quien tanto amó… a una mujer sencilla, que tenía
un alma grande, inmensa y un gran amor en el corazón… que dijo SI y no preguntó
¿por qué?... MARÍA, fue su gran pasión, y desde que tuvo uso de razón se le
veía con un rosario en la mano… “Reza, ten fe y no te preocupes”… decía. Que
grandeza, que confianza… siempre quería pasar desapercibido, pero es difícil
dejar pasar tanta humildad y no inclinarse ante quien hace de lo ordinario… algo
extraordinario… ante quien intenta ser santo en las cosas pequeñas… Lo dice la
Palabra de Dios. He hablado con personas que lo tachan de exagerado, de
sufrido, de hacer o decir las cosas para que lo vieran o lo alabaran… de eso se
reía y todo lo que sufrió por esa causa lo ofreció por las necesidades de los
demás… Inclusive de las tuyas y las mías… Sin querer juzgar a nadie por lo que
cree o por su manera de expresar y sentir las cosas, yo, humildemente,
invitaría a leer su vida para comprender un poco que dentro del sufrimiento o
la enfermedad, se puede ser feliz,
ofrecer, entender, creer, callar… El Padre Pío sufrió mucho en todos los
sentidos: salud, físicamente, psicológicamente, hasta espiritualmente… Fue
perseguido por la misma Iglesia, por sus mismos compañeros… Fue asediado,
maltratado, golpeado y muchas cosas que de repente no sabemos, por el Demonio…
su gran arma para luchar contra todas estas cosas, LA FORTALEZA (Don
maravilloso que nos da el Espíritu Santo a todos) y la ORACIÓN, que el Padre
Pío aprendió a internalizar muy bien. Ofreció al Señor todas sus enfermedades
con mucha humildad y aceptación. Tuvo, en contra de su voluntad, que volver a
su Pietrelcina natal entes de ordenarse porque su salud era muy precaria. A
punto estuvieron de no ordenarlo porque pensaron que, humanamente no podría…Los
designios de Dios eran otros…
Como una Gracia inmensa el Señor le concedió
llevar los estigmas y el Padre Pío no se sentía digno de llevarlos pero los
aceptó por ser la voluntad de nuestro Señor, luego fue obligado a esconderlos,
taparlos y con toda humildad del mundo lo hizo. La enfermedad para él fue una
bendición, un ofrecimiento, una aceptación de la voluntad del Padre pero creo
yo, que más disfrutó al enseñar a la gente a llevar sus dolencias y ofrecerlas,
he leído muchas cartas y testimonios sobre eso. Ser Cirineos de Cristo, llevar
la CRUZ con Jesús, le valió el Cielo, la santidad, ser ejemplo de cómo llevar
la enfermedad es uno de los legados más grandes que ha dejado a la humanidad.
El Padre Pío, un gigante en el amor, estuvo siempre en las manos del Señor como
lo dice Jeremías 18,6b… “Ustedes son en mis manos como el barro en las manos
del alfarero dice el Señor”.
Eso hizo el Padre Pío, dejarse moldear y
lo mejor, ayudar a los demás a ser barro en las manos del Señor, con su
ejemplo, su vida, su palabra, sus obras, sus escritos, su testimonio de
silencio, de ofrecimiento, de aceptación…
En lo particular, tengo que decir que soy
cristiana desde que nací pero desde que lo conocí vivo con mucha más claridad y
aceptación la voluntad del Padre. No es lo que yo quiero… es lo que el Señor
quiere, me guste o no… no me gusta, lo ofrezco y agradezco como el Padre Pío…
me gusta, bendigo y agradezco al Señor como el Padre Pío.
Definitivamente tener alguna enfermedad no
es agobio, es una bendición, tenemos algo que ofrecer… por alguien que lo
necesite, por las ánimas del Purgatorio, por nuestros hijos o nuestra familia
que tengan algún problema o quizás por nosotros mismos, si estamos flaqueando
en la fe.
Y termino con esta frase del Padre Pío
para nuestra meditación…:
“Ten gran confianza en su
misericordia y en su bondad. Él no te abandonará jamás, pero no dejes por eso
de abrazar estrechamente su santa Cruz”
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