¡Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor! Este es el cántico de alegría que proclamaron los coros celestiales ante el nacimiento del Salvador, porque hoy en Belén de Judá, ha ocurrido algo extraordinario, un hecho que ha cambiado la historia de la humanidad dividiéndola en un antes y en un después, hoy nos ha nacido un salvador, el Mesías esperado desde toda la eternidad. Hoy Dios se ha hecho hombre como nosotros hablando el mismo lenguaje por amor a toda la humanidad.
Ha querido hacerse pobre por cada uno de nosotros porque Dios es fiel a sus promesas y nunca abandona a su pueblo. El Señor está presente, sí, el mismo Dios está con nosotros, ha salido a nuestro encuentro porque verdaderamente le importa nuestra vida.
El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; una luz resplandeció sobre los que vivían en tierra de sombras. Este pueblo que camina en tinieblas y en sombra de muerte, somos cada uno de nosotros, que hemos sido rescatados de la esclavitud del pecado, vivíamos una vida mediocre sin saber hacia donde dirigirnos, una vida sin sentido esclavizados por la tristeza y la angustia. Pero al igual que en el pueblo de Israel también a nosotros nos ha nacido una gran luz, Jesucristo, nuestro salvador y redentor.
Muchas veces y de muchas maneras habló Dios a nuestros antepasados por medio de los profetas, ahora en este momento final nos ha hablado a través de su único hijo Jesucristo “un hijo se nos ha dado”.
Este gran acontecimiento ha afectado a toda la humanidad y de una manera especial a todos nosotros, Jesucristo viene a mostrarnos una vida nueva marcada por la gracia y no por el pecado. El pecado ya no tiene hueco en nuestras vidas, porque Cristo ha vencido al pecado y al mal. Él con su presencia nos hace ver que es posible vivir otra vida distinta a la que el mundo nos ofrece. Que verdaderamente se puede ser feliz siguiéndole a él. Ya no vivimos en sombras de muerte, en angustia ni tristeza sino en alegría porque en él está la plenitud de la felicidad. Él es el único camino para ser feliz y vivir una vida plena, bella incluso con las cruces de cada día. Cristo nos enseñará el camino de la Santidad, que no consiste en otra cosa que en seguirle a él con nuestras personas, pobrezas y debilidades. El es el camino, la verdad y la vida.
Esta es nuestra alegría, gozo y esperanza, descubrir que Cristo ha venido al mundo haciendo morada en medio de nosotros. Solo esto puede llenarnos de verdadera alegría y gozo. Por eso ya no podemos seguir igual, nuestra vida ha cambiado, tenemos que abandonar nuestra antigua vida de pecado y vivir teniendo a Dios como una prioridad para nuestra vida no como algo secundario como hoy tristemente ocurre, Dios siempre pasa a segundo plano. Debemos de dedicar tiempo a Dios, esto nunca es tiempo perdido.
Pero en nosotros puede ocurrir en nosotros lo que nos dice el Evangelio “vino a los suyos pero los suyos no lo recibieron”. Esto me sorprende y me causa sufrimiento y dolor, porque el Señor viene y no solo no lo acogen los que no aman a la Iglesia, ni a Cristo que es lo normal, así lo hemos podido comprobar durante este año, la constante y cansina persecución a la Iglesia por parte de las autoridades, creando leyes en contra de la dignidad humana, cerrando templos como el valle de los caídos, promoviendo las apostasías, sino que nosotros muchas veces somos los primeros en dejar al Señor en segundo plano.
Para acoger al niño Dios en nuestras vidas tenemos que cojer el ejemplo de los pastorcicos de Belén, figuras que pasan siempre desapercibidos pero que nos muestran una realidad, nos muestran que para acercarnos al niño Dios tenemos que ser pobres, sencillos y humildes, con su sencillez y humildad se acercaron a adorar al niño que había nacido. Estos fueron los primero en conocer la alegre noticia, sin embargo los sabios de oriente, llegaron mucho más tarde a adorar al niño.
Señor Jesucristo, tú que has nacido en Belén, ven con nosotros. Entra en nosotros, en nuestra alma. Transfórmanos. Renuévanos. Haz que yo y todos nosotros, de madera y piedra, nos convirtamos en personas vivas, en las que tu amor se hace presente y el mundo es transformado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario