LA PRESENCIA DE DIOS EN MEDIO DE LA HISTORIA DEL HOMBRE.



A lo largo de la historia, Dios ha hablado a los hombres de muchas maneras, hoy nos ha hablado por medio de Jesucristo. Él se hace hoy presente en medio de su Iglesia, la Iglesia que él ha querido fundar. Cristo, única promesa de felicidad, se hace presente en la realidad de cada día, en cada hombre y en cada acontecimiento.

Por ello, este blog lo que pretende es reconocer a través de los hechos en la Iglesia, la presencia de Dios en medio de su Pueblo.

viernes, 17 de diciembre de 2010

EL GRAN MISTERIO DE LA NAVIDAD

Vengo de Madrid. ¡¡Que bonito!! Todo lleno de luces en los árboles y en las grandes avenidas, el Corte Ingles ya anuncia la navidad con el famoso Cortylandia, la gente no para de hacer las compras de última hora para preparar las cenas de nochebuena y nochevieja. Todo anuncia que la navidad está cerca. Las familias ya llaman a sus seres queridos para celebrarlo todos juntos, las empresas ya hacen las comidas de navidad. Cada diciembre se hace un milagro que une a los hombres de cualquier lugar. Y yo me pregunto, y todo esto ¿Para qué? ¿Qué es la navidad? ¿Hemos convertido el mes de diciembre en el mes de las compras, el mes en el que se junta las familias para celebrar una fiesta? ¿No podríamos juntarnos en otro mes que hiciera menos frió? 

Poco a poco estamos viendo que la navidad está perdiendo su sentido cristiano, pensamos que la navidad es la preparación para el fin del nuevo año, el cual muchas personas desean despedirlo para que venga un nuevo año lleno de salud, dinero y amor.

La navidad no es esto. Todas estas luces, todos estos preparativos, todas estas comidas, el famoso cortylandia (aunque llevamos años contemplando actuaciones más paganas que navideñas) tiene un sentido puramente cristiano. Es la Alegría que produce en todo cristiano, en todos los hombres la llegada del niño Dios a la historia. Un hecho tan extraordinario que ha cambiado la vida de los hombres, ha cambiado el transcurso de la historia dividiéndola en un antes y en un después. «Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado» (Is 9,5). «Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor» (Lc 2,11).

Este es el origen de nuestra alegría, que el Señor está presente. Desde este momento, Dios es realmente un «Dios con nosotros». Ya no es el Dios lejano que, mediante la creación y a través de la conciencia, se puede intuir en cierto modo desde lejos. Él ha entrado en el mundo. Es quien está a nuestro lado. Está en nuestra vida diaria. Esta aquí, conmigo y eso es lo que me llena de inmensa alegría, que mi Dios no me ha dejado solo.

Dice Benedicto XVI: “Por vosotros ha nacido el Salvador: lo que el Ángel anunció a los pastores, Dios nos lo vuelve a decir ahora por medio del Evangelio y de sus mensajeros. Esta es una noticia que no puede dejarnos indiferentes. Si es verdadera, todo cambia. Sí es cierta, también me afecta a mí.

Realmente está noticia es tan grande que no puede dejarme indiferente, el mismo Dios se ha hecho hombre para mostrarme que realmente se puede vivir una vida nueva, bella y apasionante, quiere mostrarme con su venida que el secreto de la verdadera alegría tiene un rostro concreto: Él mismo.
Ante este hecho extraordinario toda la tierra brota de alegría, ha llegado la salvación, el que va a arrancar mi pecado, ¡que gran acto de misericordia!, entregamos nuestra pobreza y recibimos la mayor Riqueza, el amor misericordioso del Salvador.

Por eso este tiempo tiene que ser de agradecimiento y oración, caer en la cuenta, a través de la oración, que Dios se hace hombre por mi, para que pueda participar aquí de la vida divina. En nuestro corazón tiene que caber el agradecimiento por todo lo que Dios ha hecho en nuestra vida, ojala vivamos siempre de esa alegría verdadera y profunda que Cristo viene a proporcionarnos.

Así, de esta forma, verdaderamente tienen sentido las luces, los confetis, las celebraciones en familia, porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado, Jesucristo, el Salvador.

Mucha gente no ha querido recibir a este niño en sus casas ni en sus vidas, al revés le han despreciado y le han dado la espalda, para ellos la Navidad no es otra cosa que la preparación para el fin del año viejo. Para recibir a Jesús en nuestras casas, en nuestros corazones, debemos tener un corazón sencillo y humilde como el de aquellos pastorcitos que recibieron la alegre noticia. Aquello supieron bien descubrir que ese niño tenía algo especial, que ese niño era Dios. Solo los corazones sencillos pueden reconocer este hecho.   

Que el niño Dios con su venida, produzca en nuestros corazones la obra de la conversión. ¡¡Feliz Navidad!!

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