Francisco de Paula Castelló i Aleu ya fue testigo para los jóvenes del mundo entero, pues fue uno de los patronos de la JMJ de 2002. Un año antes, el 11 de marzo de 2001, había sido beatificado por Juan Pablo II. Pero, ¿quién es este joven?
Un 19 de abril de 1914 nacía el tercer hijo del matrimonio Francisco de Paula y Teresa. Dos meses después el padre de familia fallecía de una congestión pulmonar. La madre regresa a Lérida donde tiene familia y casa. Los tres hijos, María, Teresa y Francisco aprendieron las primeras letras de su propia madre que era una excelente maestra cristiana. Cuando Francisco cumple los quince años pierde también a su madre. Tras acabar el bachillerato ingresa en el Instituto Químico de Sarriá de Barcelona y de allí pasa a la Universidad Pública de Oviedo donde se licencia. De nuevo, regresó a Lérida, era el año 1934. El ingeniero químico Castelló, con 20 años, comienza a trabajar en la fábrica Cros, S.A.
Apóstol, siempre.
El Beato Francisco no fue un miembro de número de las varias asociaciones a las que perteneció. En todas fue socio activo, y muy activo. Cuando cursaba su licenciatura en Química, las tardes de los domingos y festivos las dedicaba a dar clase de catecismo a los niños del Patronato Obrero de la Sagrada Familia de Barcelona, dirigido por los padres jesuitas, y a dar lecciones prácticas muy útiles a los trabajadores en una sección de perseverantes que le había sido encomendada. Cuando, todavía muy joven, consiguió un puesto de químico en la fábrica de abonos leridana popularmente llamada la Cros, daba también clases gratuitas de matemáticas, física y química a los obreros que querían perfeccionarse profesionalmente. Y por la noche enseñaba nociones básicas de ciencias y de religión a los niños del Canyeret, barrio pobre de Lérida en cuya escuela estatal no se impartía instrucción religiosa, porque lo impedía la Constitución republicana.
A pesar del ambiente hostil que las aciagas elecciones de febrero de 1936 habían provocado en toda España, el Día de la Buena Prensa que entonces se celebraba en la fiesta de San Pedro, Francisco anduvo por las calles de Lérida repartiendo revistas y diarios católicos a los transeúntes. Y cuando hubo de incorporarse a filas como simple soldado, se desvivió reclutando ejercitantes para una tanda de Ejercicios programada en la Casa de Cristo Rey.
Detenido y juzgado
La guerra civil le sorprende mientras realizaba el servicio militar. Denunciado por uno de los comandantes, fue condenado por un tribunal popular a ser fusilado. Se conserva el precioso diálogo del triunfo de la verdad…
El presidente del tribunal se dirige a Francisco:
“-¿Qué respondes a los documentos que te acusan de ser «fascista»?
-Yo no soy «fascista» y nunca he militado en un partido político.
-Tenemos pruebas. En tu casa y en el despacho de la fábrica donde trabajas, hemos encontrado libros que dan cuenta de tus contactos con dos países fascistas.
-En mi casa y en los laboratorios de la fábrica, no habéis podido encontrar otra cosa sino libros de estudio. Como soy químico, estudiaba italiano y alemán, que son útiles en química. No tenía otra ambición sino perfeccionarme en mi profesión.
-Bueno. Acabemos ya. ¿Eres católico?
-¡Sí, claro que sí! ¡Soy católico!”.
El Beato Francisco Castelló i Aleu pronuncia esas palabras con voz clara y serena. El acusador público pide la pena de muerte. Y como no, si se está viviendo una auténtica persecución religiosa… aquella declaración era más que suficiente.
Francisco escucha, con la mirada iluminada de gozo, como si le hubieran anunciado la gloria del cielo. Al concederle el presidente la palabra para defenderse, él responde:
-“Si ser católico es un delito, acepto con mucho gusto ser delincuente, porque la mayor felicidad que pueda nadie alcanzar en esta vida, es morir por Cristo. Y si tuviera mil vidas, las entregaría todas por Él, sin dudarlo un instante. Así que os doy las gracias por la oportunidad que me dais de asegurar
mi salvación eterna”.
El veredicto no se hace esperar. Fue asesinado en el cementerio de Lleida a las 23’30 del 29 de septiembre de 1936.
Tres cartas
Pocas horas antes de su ejecución, escribe a su novia, Mariona, a sus hermanas y a su tía, y a su amigo y padre espiritual. Tuve ocasión hace años de contemplar en la parroquia de San Pere de Lérida las cartas escritas a lápiz del Beato Francisco.
A sus hermanas Teresa y María y a su tía María
Queridas:
Acaban de leerme la pena de muerte y jamás he estado tan tranquilo como ahora. Tengo la seguridad de que esta noche estaré con mis padres en el cielo. Allí os esperaré. La providencia de Dios ha querido elegirme a mí como víctima de los errores y pecados cometidos por nosotros.
Voy con gusto y tranquilidad a la muerte. Nunca como ahora tendré tantas
probabilidades de salvación. Ya se ha terminado mi misión en esta vida. Ofrezco a Dios los sufrimientos de esta hora. No quiero en modo alguno que lloréis por mí: es lo único que os pido. Estoy contento, muy contento. Os dejo con pena a vosotras, a quienes tanto he amado, pero ofrezco a Dios este afecto y todos los lazos que me retendrían en este mundo.
Teresina: ¡Sé valiente! ¡No llores por mí! ¡ Soy yo quien ha tenido una suerte inmensa, que no sé como agradecer a Dios! He cantado con toda propiedad el “Amunt, que és sols camí d’un dia” (“Arriba, el camino es solo de un día”). Perdona las penas y sufrimientos que te he causado involuntariamente. Yo siempre te he querido mucho. No quiero que llores por mí, ¿oyes?. María: Pobre hermanita mía: También tú serás valiente y no te agobiará este golpe de la vida. Si Dios te da hijos, les darás un beso de mi parte, de parte de su tío, que los amará desde el cielo. A mi cuñado, un fuerte abrazo. Espero de él que será vuestra ayuda en este mundo y sabrá sustituirme. Tía: en este momento siento un profundo agradecimiento por cuanto usted ha hecho por nosotros. Nos encontraremos en el cielo dentro de unos años. Sepa Ud. gastarlos con toda clase de generosidades. Desde el cielo rogará por usted éste que le quiere tanto. Saludos a Bastida, a la señora Francisqueta, a los didos, a Pedro, a Puig, a López, a los queridos compañeros de la Federación que no quiero nombrar. A todos los amigos decidles que muero contento y que me acordaré de ellos en la otra vida. A los Foles, a los tíos de Vallmoll, a los del Jardí, a Carlos, a los de Alicante, a los de Pravia, a los de Sarriá. A todos, mi afecto. Francisco.
A María Pelegrí, su prometida.
Estimada Mariona:
Nuestras vidas se han juntado y Dios ha querido separarlas. A Él ofrezco, con toda la intensidad posible, el amor que te tengo, mi amor intenso, puro y sincero. Siento tu desgracia, no la mía. Puedes estar orgullosa, dos hermanos y tu novio. Pobre Mariona.
Me pasa una cosa extraña: no puedo sentir ninguna pena por mi suerte. Una alegría interna, intensa, fuerte me embarga.Quisiera escribirte una carta triste de despedida, pero no puedo. Estoy rodeado de ideas alegres como un presentimiento de la Gloria.
Quisiera hablarte de lo mucho que te habría querido, la ternura que te tenía reservada, de lo felices que habríamos sido. Pero para mí todo eso es secundario. Tengo que dar un gran paso. Una cosa tengo que decirte: cásate si puedes. Yo desde el Cielo bendeciré tu unión y tus hijos. No quiero que llores, no quiero que lo hagas. Siéntete orgullosa de mí. Te quiero. No tengo tiempo de nada más.
Al P. Román Galán S.J. amigo y director espiritual
Querido Padre:
Le escribo estas letras estando condenado a muerte y faltando unas horas para ser fusilado. Estoy tranquilo y contento, muy contento. Espero poder estar en la gloria dentro de poco rato. Renuncio a los lazos y placeres que puede darme el mundo y al cariño de los míos. Doy gracias a Dios porque me da una muerte con muchas posibilidades de salvarme. Tengo una libreta en la que apuntaba las ideas que se me ocurrían (mis inventos). Haré porque se la manden a Ud. Es mi pobre testamento intelectual. Fíjese en el compresor de amoniaco. El HG puede sustituirse por un líquido cualquiera, en circuito cerrado, las válvulas por válvulas metálicas y la presión por una simple bomba centrífuga con presión.
Me ha impresionado este hermoso testimonio del mártir Francisco.
ResponderEliminarUn verdadero tesoro.
Gracias!!
Jo, que tio mas entero, mas guapo, mas bueno..mas Santo
ResponderEliminarAl igual que a María del Rayo , me ha impresionado tremendamente este testimonio.
ResponderEliminarMuchas gracias.
Vengo por indicacion de Maria del Rayo, este santo testimonio me llena hoy de alegria, gracias
ResponderEliminarConozco a este beato desde hace muchos años y es un testimonio que vale la penar leer. Gracias
ResponderEliminarUn saludo
Maria del Rayo me ha pasado desde su blog el enlace. Una bendición. Esta son las historias que deben de ser contadas. Las que Dios hace con valientes que se atreven a abrir su puerta sin condiciones.
ResponderEliminarUn testimonio impresionante. Ojalá todos tuviéramos esa conciencia del bien morir...
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