En un mundo donde las prisas y el activismo parecen dominarnos, siempre hay una queja ante la supuesta indiferencia de Dios por tanta injusticia y mal del que somos testigos diariamente. ¿Por qué permanece Dios en silencio mientras los buenos sufren persecución? ¿Cómo es posible que Dios parezca estar impasible ante tanto sufrimiento, dolor y muerte de inocentes? Sólo hay una respuesta a este misterio: el silencio de Dios ante la muerte de su Hijo en la Cruz. De esta manera, esa supuesta y aparente indiferencia es el grito más elocuente de Dios: nuestra vida del día a día no es otra cosa sino la prolongación en la historia de la muerte en la Cruz del Inocente por excelencia.
Tu dolor, tu sufrimiento, tu enfermedad, tu renuncia personal, tu sacrificio escondido, tu generosidad sin palabras… todo eso, son manifestaciones del gran silencio de Dios que –como diría san Pablo– con “gritos inenarrables” manifiesta al mundo que la única victoria es la de Cristo en la Cruz… Vencedor del pecado y la muerte. Mira el silencio doloroso de la Virgen que permanece fiel junto a su Hijo en la Cruz. Su fidelidad también alcanza a tu sufrimiento incomprensible y sin sentido, porque te arropa con su ternura y misericordia para que esos silencios de Dios los descubras como amor sin condiciones.
Mater Dei
Archidiócesis de Madrid
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