LA PRESENCIA DE DIOS EN MEDIO DE LA HISTORIA DEL HOMBRE.



A lo largo de la historia, Dios ha hablado a los hombres de muchas maneras, hoy nos ha hablado por medio de Jesucristo. Él se hace hoy presente en medio de su Iglesia, la Iglesia que él ha querido fundar. Cristo, única promesa de felicidad, se hace presente en la realidad de cada día, en cada hombre y en cada acontecimiento.

Por ello, este blog lo que pretende es reconocer a través de los hechos en la Iglesia, la presencia de Dios en medio de su Pueblo.

domingo, 24 de abril de 2011

¡CRISTO HA RESUCITADO! ¡RESUCITEMOS CON ÉL!

“Exulten por fin los coros de los ángeles, exulten las jerarquías del cielo por la victoria del Rey tan poderoso” Con esta alegría comenzábamos anoche la solemne Vigilia Pascual, la Iglesia entera proclama con alegría y entusiasmo el Pregón Pascual, en el que se anuncia de forma solemne la resurrección de Jesucristo. Goce también la tierra inundada de claridad con el fulgor radiante del Rey eterno.

¡Cristo ha resucitado! La tierra que estaba envuelta en un gran silencio y soledad por la dormición del Rey, hoy goza con inmensa alegría porque la tierra brilla gracias a la claridad de Cristo resucitado. Este es el día en que Cristo ha vencido a la muerte, Jesús ya no es un personaje del pasado. Él vive y como ser viviente camina delante de nosotros. Él nos llama a cada uno a seguirle porque solo siguiéndole a él podremos encontrar el camino de la vida. Es por eso por lo que nos alegramos en esta Pascua, porque Cristo no se ha quedado en el sepulcro, su cuerpo no ha conocido la corrupción, pertenece al mundo de los vivos no al de los muertos, el es el alfa y la omega, el principio y el fin, porque no solo ayer, sino también hoy y por la eternidad.

En el Evangelio se nos narra que el primer día de la semana, es decir, el domingo, de madrugada, las mujeres iban tristes y conmovidas por lo acontecido en Jerusalén. Iban con sus aromas preparadas para embalsamar el cuerpo de Jesús. ¿Cuál fue la sorpresa? Que se encontraron la piedra del sepulcro corrida. Allí, ellas asustadas y desconcertadas, buscaban el cuerpo de Jesús, pero no estaba. Se les presenta dos hombres con vestidos blancos y les dicen: ¿Porqué buscáis entre los muertos al que vive? Ellas recordaron las palabras que Cristo les había dicho y volvieron del sepulcro y anunciaron esto a los Once y a los demás.

Ellas fueron las primeras en saber de la resurrección del Señor. Había sucedido algo decisivo en la historia de la humanidad, que iba a afectar a todos los hombres, era un salto decisivo hacia una dimensión totalmente nueva. Cristo pudo dejarse matar por amor, pero justamente así destruyó el carácter definitivo de la muerte.

Después de este gran acontecimiento, ya no podemos seguir viviendo en la antigua vida de pecado, porque Cristo ha venido a darnos una vida nueva basada en la unión con él. El pecado ha sido destruido de nuestras vidas, por eso acudamos a la fuente de la misericordia, reconciliémonos con Cristo y con la Iglesia a través del sacramento de la reconciliación, que nuestro corazón también resucite cada día del pecado en el que ha sido inmerso.

Cristo, con su resurrección, nos ha concedido una vida nueva y para poder participar y disfrutar de esta vida nueva, basada en el amor y la misericordia hay que adentrarse por el Bautismo, donde Dios nos hace suyo para siempre. Por eso, por mucho que la humanidad diga, la vida verdadera dependerá de nuestra amistad con el Señor.

Cristo no nos ha dejado solos en este mundo que intenta apartarnos de él, ha querido quedarse mostrándonos una vez más lo que él ya dijo en el Evangelio “sin mi no podéis hacer nada”. Tenemos que recordar que el mundo no es malo, pues es creado por él, lo que destruye al hombre son los deseos del mundo, las propuestas pecaminosas que nos hacen apartarnos de la Vida. Cristo cada día si nos fiamos de él nos encontraremos que da verdadero sentido a nuestro vivir, a nuestros problemas, a nuestras cruces, a nuestras situaciones personales de dolor e incluso de alegría. Por eso acudamos a él, comencemos hoy una vida nueva con él, unámonos a él ofreciendo nuestra vida, dejando que él sea quien lleve las riendas de nuestra vida. Solo así él nos arrancará de nuestros vicios y pecados que tanto daño nos hace y tanto disgustos nos ocasiona.

Esta amistad con él también ha cambiado en la historia la relación entre los hombres, será una relación basada en el amor. El nos decía “amaros los unos a los otros como yo os he amado”,  el amor vencerá al mal (Juan Pablo II).

La resurrección de Cristo es la fuente de nuestra verdadera alegría, para ser felices tenemos que adherirnos a la vida evangélica, a la vida de Cristo vivo,  pues esta corresponde con lo que el corazón humano desea. Por eso necesario fue el primer pecado de Adán porque ha sido borrado por la muerte de Cristo ¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!

Con este gran acontecimiento que ha cambiado la vida de la historia se alegra también la Iglesia, pues ha sido revestida de luz. Esta nunca podrá ser destruida por ningún acto humano, porque la Iglesia no la llevan los hombres sino el mismo Cristo presente en ella cada día desde su origen hasta el final de los tiempos. Podrá ser atacada pero nunca destruida.

Esta nueva vida, que hemos visto y palpado con nuestras manos y nuestros ojos debemos anunciarla a todos los hombres, como hicieron las mujeres al volver del sepulcro, para que puedan conocer la verdadera vida y alegría que es Cristo resucitado, no nos lo quedemos nosotros sino lo que hemos visto démoslo a los demás.

Demos gracias al Señor nuestro Dios. Vivamos la comunión con él. La autentica vida nos llega de ser amados por Aquél que es la Vida, nos viene del vivir con él y del amar con él. Démosle nuestra vida al Señor para que el haga de nosotros lo que más necesite. 

1 comentario:

  1. Que la alegria que hoy sentimos al ver vacio el sepulcro se convierta en fuerza para luchar todo el año por el evangelio.
    Feliz resurreción.

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