LA PRESENCIA DE DIOS EN MEDIO DE LA HISTORIA DEL HOMBRE.



A lo largo de la historia, Dios ha hablado a los hombres de muchas maneras, hoy nos ha hablado por medio de Jesucristo. Él se hace hoy presente en medio de su Iglesia, la Iglesia que él ha querido fundar. Cristo, única promesa de felicidad, se hace presente en la realidad de cada día, en cada hombre y en cada acontecimiento.

Por ello, este blog lo que pretende es reconocer a través de los hechos en la Iglesia, la presencia de Dios en medio de su Pueblo.

miércoles, 20 de abril de 2011

“He deseado comer esta pascua con vosotros” (lc 22,15)


El Verbo hubo de hacerse carne para tener deseos a la medida humana. Hasta entonces sólo conocía los deseos a la medida divina, esos que anidaban en lo más íntimo del seno trinitario, en el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu. Pero el Verbo hubo de hacerse carne para que los deseos de Dios cupieran también en el corazón pobre y quebradizo de los hombres. Aquel ardiente deseo de Cristo por celebrar la Pascua con sus discípulos escondía en la diminutas dimensiones de lo humano la sed y el anhelo eterno de ese corazón de Dios tan enamorado del hombre. Detrás del deseo de Cristo por celebrar la Pascua e instituir en ella la Eucaristía, estaba ese otro deseo mucho más profundo y amado que era hacer la voluntad del Padre. Pero estaba también el deseo de ti, pues nada de cuanto hizo el Señor en aquella Pascua y en toda su pasión sucedió sin que tu no estuvieras muy dentro de su alma.

Has de agrandar tu deseo de Dios a la medida del corazón de Cristo, si no quieres sucumbir a la tentación de la mediocridad y de un cristianismo ramplón y cumplidor. No hay amor allí donde dos enamorados no se buscan. Mira si en tu vida diaria buscas las cosas de Dios por encima de tus propios intereses, si no escatimas tu tiempo y tu alma para esa intimidad y compañía que Dios te pide. Si no buscas a Dios y deseas estar con El, quizá es que tu corazón politeísta está lleno de otros diosecillos que intentan usurpar el puesto que a Dios le corresponde. A la medida de tu deseo de Dios así será también la grandeza de tu alma y tu capacidad de Dios.  

Archidiócesis de Madrid

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