En estos días de cuaresma en los que meditamos de una manera más profunda los misterios de la Gloriosa Muerte y Resurrección de Jesucristo, la Iglesia nos invita a la meditación a través del rezo del Santo Vía crucis. Con ello queremos seguir los mismos pasos que trazó Cristo hasta la cruz. Estos pasos no los haremos solos estaremos junto a Cristo crucificado.
Al contemplar la estación en la que Simón de Cirene ayuda a Jesús a cargar con la cruz, me hace meditar y caer en la cuenta de cuál es y cuál quiero que sea mi misión como cristiano en la Iglesia: Ayudar a Cristo a cargar la cruz de la humanidad.
El Evangelio nos narra que después de haber sido Jesús humillado a través de las burlas de las personas que le estaban flagelando, después de haberle escupido y haberle tratado como un gusano y no como un hombre, Jesús sale camino del Gólgota. En aquel preciso instante pasaba por ahí un hombre llamado Simón de Cirene. Jesús cargado con el peso de la cruz y después de haber recibido el desprecio de los hombres, lleno de dolores debido a las heridas producidas, no abre boca alguna y ofrece su vida y sufrimiento por la salvación de todos los hombres, Jesús callaba por amor a ti porque te quiere y te ama. La prueba de su amor es que siendo Dios se ha humillado hasta tal punto que, pasando por uno de tantos ha querido pagar un precio muy caro por nuestra vida, ese precio es su sangre preciosa derramada por toda la humanidad. Su sangre es la que nos ha redimido y nos ha sacado de la esclavitud del pecado. Este es el pecado que han cargado esos hombros, pecados que le han dejado huella y que hoy pide nuestra ayuda para descargar también sobre nosotros su sufrimiento, que podamos poner nuestro corazón en su corazón y nos enseñe como es ese corazón redentor que está sediento de las almas.
Jesús es golpeado sin compasión por nuestras rebeldías. La historia vuelve a repetirse, Jesús es golpeado, flagelado y escupido por los hombres de nuestra época, por aquellos que no le aman y le quieren quitar de en medio. Eso mismo es lo que buscaban los judíos y los fariseos de la época, quitar a Jesús de en medio porque hablaba con autoridad y de una forma nueva que jamás en Israel se había oído. Todo vuelve a repetirse, Cristo que es el Rey de reyes y Señor de señores, vuelve a ser crucificado por las rebeldías de los hombres.
Camino del Gólgota se encuentran a Simón de Cirene que viene de labrar el campo. Aquellos que estaban trasladando a Cristo al calvario pensaron en él para que le ayudara a cargar con la cruz. Simón se resistía porque no quería saber nada de ese hombre que estaban llevando a la cruz (era un ladrón y blasfemo). Quizás no supiera el gran regalo que le estaban haciendo, ¡ayudar a Jesús a llevar la cruz! Al final, viendo Simón la cara de Jesús que no parecía hombre, cedió y le ayudó a llevar la cruz.
Nosotros somos hoy los cireneos del siglo XXI. Estamos en una época de gran persecución, Cristo está siendo perseguido con su Iglesia, Cristo está siendo ultrajado y despreciado, está siendo escupido y flagelado por las blasfemias de los hombres, nosotros como seguidores de Cristo e hijos de Dios, que nos hemos identificado con él por medio del bautismo estamos llamados a amar por aquellos que no aman. Cristo nos pide ayuda, quiere que le ayudemos a cargar con el pecado del mundo, que le ayudemos con el sufrimiento de toda la humanidad. Cojamos un solo instante la cruz de Cristo y veremos ¡cuan pesada es! entenderíamos bien las consecuencias de nuestro pecado en él y en nosotros mismos. Estos pecados que nos hacen sufrir y nos tiene esclavizado Cristo ha querido cargar con ellos para arrancarlos de nuestra vida para siempre. Si Cristo cargó con los pecados del mundo y el sufrimiento de la humanidad yo también quiero cargar con la cruz, con el pecado y sus consecuencias.
Señor ayúdanos siempre a cargar con la cruz de cada día, ¡que ame la cruz! ¡que no la desprecie! ¡que no me dé miedo cargar con ella! Solo quiero pedirte una cosa y es que jamás te apartes tu de mi y que yo jamás me aparte de ti, porque yo sin ti no puedo carga con una cruz tan pesada ¡yo solo no puedo! me caería y me sería imposible levantarme por el peso de mis culpas y mis pecados. ¡Gracias Señor por tu misericordia!
Me pregunto cuando seré yo capaz de hacer de cirineo con alegria y sin esfuerzo, talvez nunca porque la carga de la cruz es pesada, pero cuando es llevada entre dos la distancia es mas facil de recorrer. Jesucristo es quien siempre está presto a servirme de cirineo, pero yo, yo para El siempre a regañadientes. Que seria de mi sin su misericordia.
ResponderEliminarGracias por el post. ABRAZOS.
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