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LA PRESENCIA DE DIOS EN MEDIO DE LA HISTORIA DEL HOMBRE.
Por ello, este blog lo que pretende es reconocer a través de los hechos en la Iglesia, la presencia de Dios en medio de su Pueblo.
domingo, 30 de septiembre de 2012
Orar por la iglesia

viernes, 28 de septiembre de 2012
Servir a todos

miércoles, 26 de septiembre de 2012
Vivir la santa pureza

lunes, 24 de septiembre de 2012
"Siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza" (1 P 3,15)

domingo, 23 de septiembre de 2012
FESTIVIDAD DE PADRE PÍO DE PIETRELCINA.
PADRE PÍO DE PIETRELCINA
“Si me
fuera posible, querría conseguir de Dios solamente una cosa; si me dijera: “Vas
al Paraíso”, querría conseguir esta gracia: “Señor, no me dejéis ir al Paraíso
hasta que el último de mis hijos; la última de las personas que me han sido
confiadas, haya entrado antes que Yo.”
sábado, 22 de septiembre de 2012
Necesitas la dirección espiritual

viernes, 21 de septiembre de 2012
jueves, 20 de septiembre de 2012
Nuestros estados de ánimo

martes, 18 de septiembre de 2012
Cultivar la gratuidad

domingo, 16 de septiembre de 2012
Avivar la presencia de dios

"No está lejos –dice san Agustín–; ama y se acercará, ama y habitará en ti". Dios está presente en todas las cosas y está detrás de todos los acontecimientos. Si nos acostumbráramos a esa ineludible presencia de Dios en todos los instantes, en todas las circunstancias y personas, llenaríamos nuestra vida no de cosas y actividades sino de Dios. Acuérdate a menudo que todo, absolutamente todo, lo haces, lo dices, lo piensas, en la presencia de Dios. No te olvides que en tu alma en gracia está presente Dios, más íntimo que tú a ti mismo. Esfuérzate durante el día por avivar esa amorosa y tierna omnipresencia de Dios Padre. Cuando entras o sales de casa, cuando empiezas o terminas tu trabajo, cuando te acuestas por la noche o te levantas por la mañana, al empezar o terminar de comer, cuando hablas con otros y rezas por ellos, cuando has caído en la tentación, cuando te dan un disgusto o una buena noticia... En todo y siempre debes encontrar una ocasión propicia para dialogar con Dios y elevar tu corazón hacia Él, levantando en tu oración todas las cosas y todas las personas. ¡Cuántas jaculatorias, cuántos actos de amor, de fe, caben en una jornada! ¡Y cuántas jornadas acaban vacías y huecas, llenas de tiempos vacíos! Perder el tiempo es dejar que se nos escape la presencia y el amor de Dios por las rendijas de las mil cosas y afanes que nos ocupan cada día. Llena cada uno de tus instantes de un poco de eternidad y verás que tu vida, y la de los demás, se va transformando suavemente, como el metal que va cobrando brillo en el fuego.
viernes, 14 de septiembre de 2012
La santa indiferencia

miércoles, 12 de septiembre de 2012
Reconducir la imaginación
Santa Teresa decía que era la loca de la casa. Puesta al servicio del apostolado, del bien de las almas, de la caridad, del amor a Dios, puede convertirse en un talento que fructifique al mil por cien. Dejada a merced del sentimentalismo, de la comodidad, de la mediocridad espiritual, de la propia pereza, de la desgana apostólica, puede convertirse en plaza fuerte del pecado. La imaginación incontrolada te hace vivir fuera de la realidad, bien porque te hace retornar a un pasado que ya no existe, bien porque te precipita antes de tiempo en un futuro que tampoco existe todavía. Con la imaginación agrandas y deformas los problemas, haces real el mundo de lo ilusorio y de lo irreal, puedes crear a tu alrededor dudas y sospechas, llegas a convertir la realidad en una caricatura fantasmagórica, inventas tus propios sueños en los que te vas refugiando para huir de la monótona y cruda realidad, anticipas inútilmente sufrimientos que quizá después nunca vienen. Pon diques al caudal de tu imaginación: vivir el ahora, el momento presente, con toda la carga de eternidad que cada instante posee; rectifica la intención de tus actos, dejándolo todo en las manos providentes de Dios; domina tus pensamientos y los juicios precipitados, ponderando serenamente las circunstancias; mantente siempre ocupado, sin perder el tiempo en nada. Frena en seco, sin miramientos, esa imaginación desbocada que te llena de tanto ruido interior y desordena tu vida, tus afectos, tus relaciones con los demás y con Dios. Sobra la imaginación cuando tu corazón ama apasionadamente a Dios, tu cabeza busca serena la verdad de ti mismo y de Dios, y tu voluntad quiere y desea tenazmente sólo la gloria de Dios.
lunes, 10 de septiembre de 2012
Hacer examen de conciencia
Para amar a Dios es indispensable conocerse a sí mismo. Por eso, si quieres tomarte en serio tu entrega a Dios, desde tu estado de vida propio, es imprescindible acostumbrarte a la práctica diaria del examen de conciencia. Porque donde no hay conciencia de pecado no hay conciencia de Dios y tampoco puede haber conciencia de sus dones y gracias. Ponte en la presencia de Dios y pídele la luz y la ayuda de su Espíritu para querer ver tu jornada como Dios la ve. Después detente despacio en ese trípode que debe sustentar tu examen: tu relación con Dios, con los demás, contigo mismo. Pondera despacio qué has hecho bien, qué has hecho mal, qué deberías haber hecho que no hiciste, qué deberías haber hecho mejor. Da gracias a Dios, porque todo el bien que hay en ti y que has hecho a los demás es obra suya. Pídele perdón de tus faltas y pecados, abrazando interiormente ese corazón de Padre que recibe siempre al hijo pródigo. Pídele ayuda para vivir mañana un propósito concreto. Y todo mirando a la Virgen, Ella que tantas veces abrazó en su Hijo el pecado de toda la humanidad. Sé fiel a este examen diario, aunque estés cansado, dormido o sea ya muy tarde, pues en esa fidelidad te juegas mucho. Conocerse a sí mismo a la luz del amor de Dios es, sin duda, uno de los más grandes bienes que nos podemos hacer.
sábado, 8 de septiembre de 2012
el rezo del ángelus

En aquel momento de la encarnación sólo Dios y los ángeles pudieron estremecerse de emoción. ¡Con qué unción entraría el Espíritu Santo en el seno materno de María! ¡Qué escandaloso anonadamiento el del Verbo, desapareciendo en la carne virginal de su Madre! ¡Cuánta complacencia en el Padre, que entregaba su Hijo a la humana naturaleza caída! ¡Qué silencio sobrecogedor en el ánimo de todos aquellos ángeles, testigos privilegiados de un prodigio único e irrepetible! El tiempo y la historia debieron contener su deseo al acoger en su seno, como aquella Madre, la carne del Verbo de Dios. No dejes pasar ni uno sólo de tus días sin rezar la oración del Ángelus y unirte a aquella emoción divina que rodeó la encarnación del Verbo. Esfuérzate cada día por inclinar el corazón ante esta Madre que tanto enamoró el corazón de Dios y adora en silencio la humildad de aquel Verbo anonadado en la carne. En ese rezo diario del Ángelus vuelca tu amor agradecido al sí de aquella Madre virginal que dio inicio a tu salvación.
jueves, 6 de septiembre de 2012
El amor a las criaturas
Si no amas el mundo apasionadamente no amas la obra de Dios y todas sus mediaciones. Pero, que no te engañe el corazón, porque, con ser frágil, voluble y quebradizo, está hecho para albergar en sí el amor infinito de Dios y no saciarse con nada que no sea Él. Las criaturas materiales y, sobre todo, las personas merecen todo nuestro aprecio y no puedes no amar el mundo que Dios ha creado para ti. Pero, bien porque son limitadas y defectuosas, bien porque mueren, porque son inconstantes, porque se mueven por interés, tarde o temprano, esas criaturas te vienen a fallar. ¿Hay algo, o alguien, capaz de asegurarte ese afecto y ese cariño pleno, total, eterno, que tu corazón menesteroso anda mendigando? Es duro, pero cierto, que hasta el amor de una madre te puede fallar. Mira dónde pones el corazón, no sea que aquellos afectos y cariños que parecían llenarte de felicidad hasta rebosar se quiebren y te traicionen, dejándote hundido en el desengaño y la desilusión. Llena tu amor de Dios y verás cómo todos tus afectos se centran y equilibran, y hasta se hacen más sinceros, firmes y tiernos. El verdadero amor, porque nace de Dios, siempre es camino hacia Él. Ama con el amor más grande que puedes dar, no el tuyo sino el de Dios, y serás capaz de amarlo todo, todos, con la libertad de los hijos de Dios.
martes, 4 de septiembre de 2012
Luchar, luchar y luchar
Si no vives tu cristianismo con mucho espíritu de lucha es que no lo vives. En griego, la palabra "ascesis" significa precisamente esfuerzo, lucha. No hay peor enemigo que tu mismo cuando pactas con tus defectos y pecados. No los justifiques, no los compadezcas, no los consientas, no te perdones ni dejes pasar una mínima ocasión de luchar contra tus defectos de carácter, manías, tendencias, debilidades. Es verdad que la gracia pule aristas y saca brillo al diamante de tu alma, pero sólo si tu quieres. La obra de la gracia, capaz de esculpir filigranas en el más duro granito, necesita también del rudo trabajo de tu esfuerzo, de tu levantarte una y otra vez, de tu no desanimarte por no ver frutos, de tu constancia. Sé fiel a los propósitos que el Señor te inspire en el examen de conciencia o en la confesión. Pídele al Espíritu Santo el don de la firmeza y la constancia en el bien. Agárrate con jaculatorias a la Virgen cuando te falten las fuerzas. Pon todos los medios naturales y sobrenaturales que haga falta con tal de no parar de luchar. Pero, lucha. No con las armas del soberbio voluntarismo sino con las armas del niño: esforzándote por levantar el pie una y otra vez, las veces que sean necesarias, siempre, y verás cómo, sin que te hayas dado cuenta, habrás llegado un día al final de la escalera.
domingo, 2 de septiembre de 2012
Sé optimista

Mientras exista el pecado, siempre encontrarás a tu alrededor motivos de queja y de lamentación. Hay un optimismo meramente humano ante las cosas, acontecimientos y personas que, confundido con la buena educación, termina por no infundir esperanza en el ánimo de los que sufren. Esa esperanza meramente humana tarde o temprano se deshoja, como todo lo humano, ahogada por el cansancio ante el mal y la injusticia. Tu fe debe hacerte vivir ese otro optimismo humano que nace de la esperanza sobrenatural y que no tiene nada de iluso o irreal. Esa actitud optimista y positiva ante la vida, aun en medio de sufrimientos y pruebas, nace de tu confianza ciega en la providencia de Dios y se convierte en un inagotable manantial de fuerza y de firmeza para sobrellevar las contrariedades de la vida con ánimo sobrenatural. Sé optimista al juzgar y valorar personas y acontecimientos, contagia a tu alrededor visión positiva de las cosas, no te dejes vencer por el desánimo cuando el mal, la injusticia, la mediocridad o el pecado parezcan campar a sus anchas en el ambiente que te rodea. Piensa en la fuerza de la Cruz, con la que Cristo ya ha vencido toda muerte y todo mal. Asómate, como los niños, por encima de la tapia de este pequeño mundo que te ha tocado vivir y descubrirás la inmensidad de una eternidad que late viva en cada acontecimiento de tu vida y de tu historia. Que nada, ni siquiera tu estado de ánimo, logre ensombrecer y arrugar tu semblante sereno y suavemente alegre con el que el amor de Dios, a través tuya, sonríe a los hombres.
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