¿Ves cómo van las abejas de flor en flor? Así son también nuestros estados de ánimo, fluctuando de arriba a abajo con la misma facilidad con que el aire se mueve de acá para allá. Conseguir esa ecuanimidad, tan propia de una cierta madurez humana y espiritual, tiene mucho de conocimiento de sí mismo, de esfuerzo de la voluntad, de aceptación de las propias limitaciones sin pactar con ellas; pero es también el poso que poco a poco va dejando una vida de oración y de intimidad con Cristo cada vez más sólida y sincera. Los altibajos de nuestros estados de ánimo hablan mucho de la fragilidad de nuestra condición, tan quebradiza que en un instante somos capaces de opinar, ver o sentir justo todo lo contrario de lo vivido en el instante anterior. Olvidamos afectos, torcemos intereses, cambia nuestra opinión sobre alguien o interpretamos con ligereza acontecimientos dependiendo de la gana o desgana que tengamos, o del mal o buen sabor de boca que nos haya dejado alguna noticia o comentario. Y casi sin darnos cuenta, de la fluctuación de nuestros estados de ánimo pasamos fácilmente a la inconstancia e informalidad en nuestros compromisos y deberes. No puedes hacer depender tu salvación y tu santidad, ni siquiera tu apostolado y tu entrega a los demás, de la arbitrariedad de tu estado de ánimo. ¿Crees que la victoria de Cristo en Getsemaní dependió de las ganas o del estado de ánimo de ese momento? ¿Crees que Nuestro Señor tuvo ganas de abrazarse y cargar con la cruz? Sé fiel a tu oración diaria, a la Eucaristía, a la dirección espiritual, a tu examen de cada noche, al rezo del rosario, a la confesión, aunque no sientas nada ni tengas ganas. La fidelidad del amor no es cuestión de sentimientos ni de ganas. Puedes vivir como los submarinos, a tientas y por debajo de las corrientes de tus sentimientos, o navegar a velocidad de crucero por encima de ellas, imbatible ante los golpes y el vaivén de las olas.
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LA PRESENCIA DE DIOS EN MEDIO DE LA HISTORIA DEL HOMBRE.
Por ello, este blog lo que pretende es reconocer a través de los hechos en la Iglesia, la presencia de Dios en medio de su Pueblo.
jueves, 20 de septiembre de 2012
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