Los mormones creen en Jesucristo y saben que Él es El Salvador y Redentor de todo el género humano. Por medio del sacrificio que Él efectuó, Él pagó por los pecados de todos nosotros para que podamos regresar a vivir a su presencia. Jesucristo es la parte central de La Iglesia Mormona, y toda la doctrina de la Iglesia se basa sobre esta verdad. Esto se demuestra en el nombre de la Iglesia; el nombre oficial es La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Muchas personas siguen creyendo que los mormones no creen en Jesucristo cuando el nombre de la Iglesia lo profesa.
En Doctrina y Convenios, uno de los cuatro libros que los mormones consideran como Escrituras, se encuentra esta declaración: “¡Oíd, oh cielos, escucha, oh tierra, y regocijaos, vosotros los habitantes de ellos, porque el Señor es Dios, y aparte de él no hay Salvador!”
Uno de los Doce Apóstoles de hoy en día, el Élder Jeffery R. Holland dijo estas palabras sobre el papel del Salvador dentro de La Iglesia Mormona:
“En un mundo de agitación y temor, de confusión política y de desviación moral, testifico que Jesús es el Cristo, que Él es el Pan vivo y el Agua viva, todavía y siempre el gran Escudo de seguridad en nuestra vida, la poderosa Roca de Israel, el Ancla de ésta, Su divina Iglesia. Testifico de Sus profetas, videntes y reveladores que constituyen el fundamento constante de esa Iglesia y doy testimonio de que esos oficios y esos oráculos están actualmente en funcionamiento, bajo la dirección del Salvador de todos nosotros, en estos días de tanta necesidad.
(Liahona , Noviembre. 2004).
(Liahona , Noviembre. 2004).
A causa de La Caída de Adán y Eva todo el género humano es mortal, imperfecto, y capaz de cometer pecado. Este pecado causa una separación entre Dios y el hombre, entre más desobediencia hay a los mandamientos más es la separación entre nosotros y nuestro Padre en los Cielos. Antes de la fundación de este mundo se creó el Plan de Salvación y se organizó la vía por la cual podríamos ser salvos y limpios de toda inmundicia. Este medio lo proveyó Dios dando a Su hijo Primogénito para efectuar la expiación. Esto nos da la oportunidad para labrar nuestra salvación y obtener limpieza por medio de Jesucristo y regresar a vivir a la presencia de nuestro Padre. El sacrificio de Jesucristo también eliminó el pecado original de la Caída de Adán y Eva. Esto significa que el hombre nace puro en este mundo, sin ser tocado por el pecado. Los mormones rechazan la doctrina del Pecado Original.
En Mateo 18:3, Jesucristo dijo a sus discípulos:
“De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos”.
Y en El Libro de Mormón explica,
“Porque, si he sabido la verdad, ha habido disputas entre vosotros concernientes al bautismo de vuestros niños pequeños…. He aquí, vine al mundo no para llamar a los justos al arrepentimiento, sino a los pecadores; los sanos no necesitan de médico sino los que están enfermos; por tanto, los niños pequeños son sanos, porque son incapaces de cometer pecado; por tanto, la maldición de Adán les es quitada en mí, de modo que no tiene poder sobre ellos; y la ley de la circuncisión se ha abrogado en mí.” (Moroni 5:5, 8)
José Smith, el profeta fundador de la Iglesia Mormona escribió trece creencias básicas de la Iglesia llamadas los Artículos de Fe. El segundo de éstos dice, “Creemos que los hombres serán castigados por sus propios pecados y no por la transgresión de Adán”.
Jesucristo sufrió por los pecados de todas las personas para que éstas puedan arrepentirse y puedan ser capaces de volver a vivir con Dios. Jesús es la única persona por quien el género humano puede ser salvo de ambas muertes, La Muerte Física y la Muerte Espiritual. Los mormones creen que Jesucristo fue escogido para ser el Salvador del mundo aun antes de nacer.
La Primera Presidencia de la Iglesia Mormona dio este testimonio sobre el Salvador Jesucristo:
“Manifestamos nuestro testimonio de la realidad de Su vida incomparable y de la virtud infinita de Su gran sacrificio expiatorio. Ninguna otra persona ha ejercido una influencia tan profunda sobre todos los que han vivido y los que aún vivirán sobre la tierra. Él fue El Gran Jehová del Antiguo Testamento y el Mesías del Nuevo Testamento. Bajo la dirección de Su Padre, Él fue el Creador de la tierra. “Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Juan 1:3). Aun cuando fue sin pecado, fue bautizado para cumplir toda justicia. Él “anduvo haciendo bienes” (Hechos 10:38) y, sin embargo, fue repudiado por ello. Su Evangelio fue un mensaje de paz y de buena voluntad. Él suplicó a todos que siguieran Su ejemplo. Recorrió los caminos de Palestina, sanando a los enfermos, haciendo que los ciegos vieran y levantando a los muertos. Enseñó las verdades de la eternidad, la realidad de nuestra existencia premortal, el propósito de nuestra vida en la tierra y el potencial de los hijos y de las hijas de Dios en la vida venidera.
Instituyó La Santa Cena como recordatorio de Su gran sacrificio expiatorio. Fue arrestado y condenado por acusaciones falsas, se le declaró culpable para satisfacer a la multitud y se le sentenció a morir en la cruz del Calvario. Él dio Su vida para expiar los pecados de todo el género humano. La Suya fue una gran dádiva vicaria en favor de todos los que habitarían la tierra.
Testificamos solemnemente que Su vida, que es fundamental para toda la historia de la humanidad, no comenzó en Belén ni concluyó en el Calvario. Él fue el Primogénito del Padre, el Hijo Unigénito en la carne, el Redentor del mundo.
Otro beneficio que nos da la expiación es poder resucitar o la reunión del cuerpo y el espíritu después de la muerte para ser inmortal, es un obsequio que Jesucristo dio al género humano por medio de su propia resurrección.
Se levantó del sepulcro para ser las “primicias de los que durmieron” (1 Corintios 15:20). Como el Señor Resucitado, anduvo entre aquellos a los que había amado en vida. También ministró entre Sus “otras ovejas” (Juan 10:16) en la antigua América. En el mundo moderno, Él y Su Padre aparecieron al joven José Smith, iniciando así la largamente prometida “dispensación del cumplimiento de los tiempos” (Efesios 1:10).(El Cristo Viviente)
Jesús sobre la cruz
La segunda parte de la Expiación fue la crucifixión del Salvador, por propia voluntad, Jesús sufrió una muerte dolorosa, que en Israel usualmente se reservaba para ladrones y criminales. Jesucristo, siendo El Creador, El Unigénito, El Hijo de Dios, tenía el poder de librarse de las manos de sus captores en cualquier momento.
La Expiacion (El Sacrificio de Jesucristo)
La Expiación es el evento más significante que afecta a todos los hijos de Dios. La Expiación es una palabra que se usa frecuentemente en el Mormonismo, y significa el sacrificio que Jesucristo hizo por todo el género humano. Incluye su sufrimiento en Getsemaní y en la cruz. Es difícil comprender la magnitud de la Expiación y el dolor que sintió Jesucristo.
http://www.losmormones.org
Se han ganado ustedes mi profundo respeto.
ResponderEliminarCreo que el diálogo ecuménico entre las diferentes denominaciones religiosas, es posible con armonía y Fe en Cristo.
Ánimo y hay que ponerle empeño en la defensa de la Familia Tradicional y los valores frente a un mundo donde lo que es antinatural, comienza a volverse común.