LA PRESENCIA DE DIOS EN MEDIO DE LA HISTORIA DEL HOMBRE.



A lo largo de la historia, Dios ha hablado a los hombres de muchas maneras, hoy nos ha hablado por medio de Jesucristo. Él se hace hoy presente en medio de su Iglesia, la Iglesia que él ha querido fundar. Cristo, única promesa de felicidad, se hace presente en la realidad de cada día, en cada hombre y en cada acontecimiento.

Por ello, este blog lo que pretende es reconocer a través de los hechos en la Iglesia, la presencia de Dios en medio de su Pueblo.

domingo, 10 de julio de 2011

Dios siempre está de nuestra parte.

Hace unos días tuve la suerte de viajar a Lugano que es un pequeño pueblecito de Suiza situado en el valle de una montaña, junto a un lago precioso. Este hermoso paisaje marcado por la huella de Dios, me llevó fácilmente a elevar mi alma al Dios todopoderoso por medio de la oración. Uno, al contemplar semejante belleza, podía descubrir lo mismo que descubrió en su corazón San Francisco de Asís, la mano creadora de Dios que todo lo creado.

Paseando solo junto al lago daba muchísimas gracias a Dios por todo lo creado y por todo el bien que había hecho en su pobre y débil criatura. Andando llegué a una pequeña Iglesia donde entre para hacer la visita al Santísimo Sacramento y me encontré con un joven sacerdote, llevaba solamente un año ordenado y hablando con él de las cosas de Dios y del ministerio sacerdotal me dijo una frase que me llamó la atención.

Nos pusimos a hablar de mucha cosas pero lo que más me llenó el corazón fue el hablar de lo grande que es Dios y de su gran misericordia para con el hombre, que se fija en hombres débiles y pecadores de este mundo para hacerse presente en la tierra bajo las especies del pan y del vino.

El hombre efectivamente siendo pobre y un débil pecador está llamado a seguir a Cristo, a caminar con Él, ya lo decía Santa Teresita del niño Jesús y de la Santa faz “lo que agrada a Dios en mi pequeña alma es que ame mi pequeñez y mi pobreza”. Eso es verdaderamente lo que más agrada a Dios, que le demos nuestra vida, tal y como es, con nuestras debilidades y pecados, con nuestras continuas caídas y que a pesar de eso amemos nuestra pequeñez y nuestra pobreza, porque es en ella donde Cristo se hace presente, donde experimentamos que la fuerza no viene de nosotros mismos sino de la misericordia continua que tiene nuestro Señor cada día con nosotros.

En este contexto el joven sacerdote me dijo algo que ya conocía pero que en ese momento se me hizo mucho más patente: “a pesar de todo eso –Isaac- el Señor está de nuestra parte”. Eso me hizo meditar. En la lucha contra el pecado no estoy yo solo, está Él conmigo, en la búsqueda de la santidad no estoy yo solo, en la caída del pecado no estoy yo solo, Él está siempre junto a mí levantándome, tendiendo su mano amiga. Esto me llevó a pregúntame en mi paseo junto al lago el ¿Por qué he de tener miedo de un Dios que está siempre a mi lado y que camina siempre conmigo? ¿Por qué muchas veces miramos a Dios tal y como nos vemos nosotros mismos? En muchas ocasiones hemos podido experimentar seguramente la tentación de pensar que Dios nos mira como nos miramos nosotros mismos, es decir, de una forma miserable, imperdonable, fracasado, sin embargo esto es un error, el Señor no nos trata como merecen nuestros pecados, Él nos mira siempre con corazón de padre, con un corazón compasivo y misericordioso, Él como me decía el sacerdote ya cuenta con nuestra pobreza y está de nuestro lado, ¿Por qué entonces no le miramos solamente a él? ¿Por qué no paramos de mirarnos únicamente a nosotros mismos? ¿Por qué no somos capaces de levantar nuestra mirada al Salvador? La respuesta es fácil. Muchas veces no nos creemos que Dios pueda amarnos tanto, nos da vergüenza levantarle nuestra mirada porque pensamos que Dios no puede perdonar nuestro pecado. En definitiva está la duda en su corazón misericordioso.

Jesús está conmigo no contra mi, El no ha venido a condenar al mundo sino a salvarlo. El no busca la muerte del pecador sino que se convierta y que viva por medio de Él. Él desea siempre mi felicidad y quiere darme un corazón nuevo semejante al suyo.

¿Cuál debe ser mi respuesta? Mi respuesta ante esta novedad no puede ser otra que la de abrirle las puertas de mi corazón, abandonarme plenamente dejando que él sea quien rellene la ficha de mi vida, fiarme plenamente de su palabra, sabiendo que solo él tiene palabras de vida eterna.

El Señor, como ya he dicho en otras muchas ocasiones se manifiesta de muchas maneras para hablarnos, hoy el Señor me ha hablado a través de las palabras de este joven sacerdote. Pidámosle al Señor que nos enseñe siempre a reconocerle por medio de las palabras que nos dirigen los demás.        

1 comentario:

  1. Necesitamos ciertamente poder reconocer a Dios en los demás, en lo que nos dicen. Yo acabo de tener una crisis y lo he pasado muy mal. Me he conectado buscando en vuestros blog una palabra de aliento del Señor y mira; Él no hace esperar, entro en tu blog, has sido el último en publicar y siempre suelo hacer eso, comienzo a ver las publicaciones de los blog que sigo desde su última publicación. Y Dios se manifiesta en esta entrada dandome animo, diciendome que le mire a Él, que cuando paso por esos momentos, él esta a mi lado esperando que yo le vea para aliviar mi dolor.
    Gracias Isaac por esta entrada
    Un abrazo.

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