No seas tacaño y medidor con el Señor. Tu tiempo no es tuyo sino de Dios, pues Él te lo da. El que necesitas para tu santificación, ni más ni menos. Dáselo tu a Él sin regateos. No recortes minutos a tu oración diaria; no tengas prisa en la acción de gracias de la Eucaristía; no reces el rosario apresuradamente, como quien quiere acabar cuanto antes un deber pesado y aburrido; tómate el tiempo necesario para hacer bien tu examen de conciencia diario; saborea pausadamente todas tus oraciones y devociones personales; no quieras que la Eucaristía dure menos o que la confesión sea más rápida y breve. ¿No te sentirías molesto si alguien te atendiera de cualquier manera, o te hablara sin interés y sin prestar atención a lo que tú dices? ¿Crees que el Señor tuvo prisa, siquiera un minuto, para que pasara cuanto antes aquel viernes santo y aquella cruz? Es de justicia que des al Señor el tiempo que le has prometido, todo el que sea preciso, sin prisas, sin ahorrar detalles, con esa elegante generosidad de quien ya ha experimentado que el verdadero amor sólo sabe de darse.
Mater Dei
Archidiócesis de Madrid
Es necesario que vivamos Diosmente, o sea que tengamos a Dios pesente en nuestra mente, en nuestro corazón, en nuestras acciones, porque somos parte de Él, somos su CUERPO MÍSTICO.
ResponderEliminarLa oración más completa es la Santa Misa, porque en ella renovamos la Institución de la Eucaristía por Jesús en la última cena. Es vida, pasión, muerte y resurrección de Jesús, nuestro Salvador.