24.08.2019
PADRE PIERINO: La fortaleza no depende de los músculos de la carne o de la voluntad humana, sino del poder de Dios que vuelve fuertes a los débiles y sabios a los tontos.
La fortezza non dipende dai muscoli della carne o dall’umana volontà, ma dalla potenza di Dio che rende forti i deboli e sapienti gli stolti.
PADRE PÍO:
Por desgracia, tú tienes todos los motivos para asustarte si quieres afrontar la batalla con tus fuerzas; pero saber que Jesús no te deja ni un solo instante, debe servirte de gran consuelo. El mismo Dios nos hace saber que Él está con los afligidos y atribulados: «Con Él estoy en la tribulación», que Él se abaja hasta para secar las lágrimas de sus ojos. Consuélate, pues, pensando que, después de estas tinieblas tan densas, resplandecerá el sol de un hermoso mediodía: contemplarás con esa luz a nuestro Esposo celestial con una mirada muy simple y pura. No quieras imaginar, mi querida hermana, que tú eres algo así como una abandonada por el Señor y que no existe salvación para ti. Rechaza ese sentimiento, que te viene de nuestro común enemigo.
(23 de enero de 1915, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 304)
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