LA PRESENCIA DE DIOS EN MEDIO DE LA HISTORIA DEL HOMBRE.



A lo largo de la historia, Dios ha hablado a los hombres de muchas maneras, hoy nos ha hablado por medio de Jesucristo. Él se hace hoy presente en medio de su Iglesia, la Iglesia que él ha querido fundar. Cristo, única promesa de felicidad, se hace presente en la realidad de cada día, en cada hombre y en cada acontecimiento.

Por ello, este blog lo que pretende es reconocer a través de los hechos en la Iglesia, la presencia de Dios en medio de su Pueblo.

jueves, 8 de agosto de 2019

Pensamiento

8.08.2019

PADRE PIERINOSi permaneces con Jesús, la esperanza es certeza y gustarás la alegría de la victoria definitiva. 

Se rimani con Gesù la speranza è certezza e gusterai la gioia della vittoria definitiva. 


PADRE PÍO:

En Roma vi un árbol que se dice fue plantado por el patriarca santo Domingo; muchos van a verlo por devoción y lo acarician por amor a quien lo plantó. Del mismo modo, yo habiendo visto en vosotros el árbol del deseo de la santidad, que el mismo Dios ha plantado en vuestras almas, lo amo tiernamente. Al pensar en él, me alegro más ahora que cuando estabais aquí. Por eso, os exhorto a hacer lo mismo y a decir conmigo: Dios te conceda crecer, hermoso árbol plantado, semilla divina; quiera Dios hacerte producir tu fruto en abundancia. Cuando lo hayas producido, agrade a Dios preservarlo del viento molesto, que tira todos los frutos a tierra, donde las bestias indiscretas los van a devorar.


Mis queridísimos hijos, este deseo debe ser en vosotros como los naranjos del litoral de Génova que, por lo que cuentan los que los han visto, están casi todo el año llenos a la vez de frutos, de flores y de hojas. Porque vuestros deseos deben fructificar siempre, en todas las ocasiones que se os presenten de hacer algo a lo largo del día, sin cesar nunca de desear sus objetos y de ir más adelante. Y estos deseos son las flores del árbol de vuestros esfuerzos; las hojas son las repetidas aceptaciones de vuestras debilidades, las cuales sostienen tanto a las buenas obras como a los buenos deseos.


(18 de enero de 1918, a los novicios – Ep.IV, p. 366)


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