LA PRESENCIA DE DIOS EN MEDIO DE LA HISTORIA DEL HOMBRE.



A lo largo de la historia, Dios ha hablado a los hombres de muchas maneras, hoy nos ha hablado por medio de Jesucristo. Él se hace hoy presente en medio de su Iglesia, la Iglesia que él ha querido fundar. Cristo, única promesa de felicidad, se hace presente en la realidad de cada día, en cada hombre y en cada acontecimiento.

Por ello, este blog lo que pretende es reconocer a través de los hechos en la Iglesia, la presencia de Dios en medio de su Pueblo.

martes, 21 de febrero de 2012

“No echéis las perlas a los cerdos” (Mt 7,6)


No solemos guardar las cosas de valor en cualquier sitio. Tampoco solemos mostrarlas a cualquiera, no sea que, no apreciándolas, acaben también por despreciar a su dueño. Con cuánto mimo y cuidado custodiamos nuestras cosas, esas que para nosotros son más preciadas, aunque para otros no signifiquen nada. Con cuanta dedicación y esmero nos preocupamos de nuestros intereses personales, de nuestros planes, ilusiones o proyectos, por todo aquello que de nosotros mismos se pone en juego. Así debería pasar también con las cosas de Dios. Y, tratándose de Él, deberíamos cuidarnos de no actuar como esos puercos del Evangelio que, incapaces de apreciar el valor y la belleza de las perlas divinas, abusan de ellas hasta destruirlas, o las cambian por esos otros oropeles y baratijas que el mundo busca y valora. Trata a los demás, a Dios, como quieres que ellos, Él, te traten.
Menospreciamos fácilmente las cosas de Dios cuando las sometemos a nuestros juicios y criterios, cuando las utilizamos para nuestros propios intereses. Nos apropiamos de las cosas de Dios, para medir nosotros su valor y poder así mercantilizar nuestra vida espiritual y, quizá, la de los demás. Has de cultivar un esmerado respeto en todo aquello que se refiera a Dios. Respeto a través de la palabra o del trato, aunque no lo entiendas o te parezca absurdo, evitando siempre la crítica, la murmuración o la negatividad en tus juicios. Piensa que las perlas y los dones de Dios se nos dan ordinariamente a través de la apariencia pobre y sin brillo de los defectos ajenos, de tus propias limitaciones, de lo que nadie aprecia y valora, en aquello que no llama la atención de nadie. Así han de ser también las perlas que adornen tu vida cristiana: sin brillo a los ojos humanos, pero llena de esa riqueza espiritual que tanto refleja la belleza de Dios.

Mater Dei
Archidiócesis de Madrid

No hay comentarios:

Publicar un comentario