LA PRESENCIA DE DIOS EN MEDIO DE LA HISTORIA DEL HOMBRE.



A lo largo de la historia, Dios ha hablado a los hombres de muchas maneras, hoy nos ha hablado por medio de Jesucristo. Él se hace hoy presente en medio de su Iglesia, la Iglesia que él ha querido fundar. Cristo, única promesa de felicidad, se hace presente en la realidad de cada día, en cada hombre y en cada acontecimiento.

Por ello, este blog lo que pretende es reconocer a través de los hechos en la Iglesia, la presencia de Dios en medio de su Pueblo.

jueves, 1 de marzo de 2012

“Maestro, despide a la gente” (Mt 14,15)


Aquel día había sido agotador. Era tal la cantidad de gente que se agolpaba para oír su predicación, para ser curada de sus enfermedades, que los apóstoles no llegaban a todo. Así que, aprovechando la hora del atardecer, insistieron prudentemente al Maestro para que fuera ya despidiendo a la gente. Estaban en un descampado, muchos de ellos tenían que hacer una larga jornada de camino para volver a sus casas, y no habían traído nada para comer. También el Maestro estaba muy cansado y, además, la noche podía caer muy pronto. No era conveniente prolongar más aquello…
Tú y yo, como aquellos cansados apóstoles, tendemos a un cristianismo suficiente y cumplidor, nada exagerado, acorde con el patrón y la opinión del mundo. Y todo, quizá, en nombre de la sabia prudencia humana. Por eso, el Señor siempre descoloca nuestros planes y, como aquel día a los apóstoles, no cesa de invitarnos a más: “No tienen por qué marcharse; dadles vosotros de comer”. Si el Maestro hubiera cedido a las exigencias de la comodidad mediocre y cumplidora de aquellos apóstoles, no habría podido hacer el milagro grandioso de la multiplicación de los cinco panes y dos peces. Bastó sólo ese poco de pan, eso poco que en ese momento podían darle al Señor, para que Él multiplicara con abundancia el esfuerzo de aquellas gentes cansadas. Todos se saciaron, y no sólo de pan, al ver aquel poder magnífico del Señor inclinándose ante la necesidad y miseria de los hombres. Mira si tu comodidad, tus excusas, tus intereses egoístas, no están haciendo de tu fe un pan desabrido y seco que ni sacia, ni gusta, ni es capaz de abrirse y acoger la acción de Dios.

Mater Dei
Archidiócesis de Madrid

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