LA PRESENCIA DE DIOS EN MEDIO DE LA HISTORIA DEL HOMBRE.



A lo largo de la historia, Dios ha hablado a los hombres de muchas maneras, hoy nos ha hablado por medio de Jesucristo. Él se hace hoy presente en medio de su Iglesia, la Iglesia que él ha querido fundar. Cristo, única promesa de felicidad, se hace presente en la realidad de cada día, en cada hombre y en cada acontecimiento.

Por ello, este blog lo que pretende es reconocer a través de los hechos en la Iglesia, la presencia de Dios en medio de su Pueblo.

sábado, 11 de agosto de 2012

La ira de Cristo

Pocas veces vemos en el Evangelio al Señor enfadado. Pero, en esas pocas ocasiones, la reprensión de Jesús fue enérgica, pues se refería a cuestiones que atañían a la dureza de corazón, la hipocresía y tomar el nombre de Dios en vano.
La dureza de corazón supone juzgar los acontecimientos y las personas de manera inmisericorde, con el prejuicio de descubrir la paja en el ojo del prójimo, olvidando la viga en el propio. Es la proyección del propio pecado, ése que nunca reconocemos en nuestro interior y que siempre atribuimos a los demás. Es la manera de cubrir con ignominia el bien de otros, porque no soportamos la bondad de un corazón recto.

La hipocresía es la manera de falsear la realidad. Se alimenta de la mentira, la cobardía y el rencor. Pretende esconder la verdad porque, frente a ella, la hipocresía no soporta el propio pecado. El hipócrita huye de la mirada transparente para no enfrentarse con su propia mediocridad. Como se odia a sí mismo, el hipócrita muestra aversión hacia todo lo que sea justo y honrado.

Aquel que ha perdido la confianza en Dios utiliza el nombre de la divinidad para el beneficio personal, mercadeando con las cosas santas. La simonía, el clericalismo, y toda forma de aberración contra lo sagrado es utilizada para el interés egoísta y el provecho personal.

No nos extrañe, por tanto, la cólera divina de Cristo ante aquellos que, lejos de un comportamiento justo y sincero, daban la espalda a Dios con obras que merecían tan solo el aplauso de Satanás. Cuida la sencillez de tu corazón, la limpieza en tu mirada y actitudes, y serás abrazado por la ternura de Dios.

Mater Dei
Archidiócesis de Madrid

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