LA PRESENCIA DE DIOS EN MEDIO DE LA HISTORIA DEL HOMBRE.



A lo largo de la historia, Dios ha hablado a los hombres de muchas maneras, hoy nos ha hablado por medio de Jesucristo. Él se hace hoy presente en medio de su Iglesia, la Iglesia que él ha querido fundar. Cristo, única promesa de felicidad, se hace presente en la realidad de cada día, en cada hombre y en cada acontecimiento.

Por ello, este blog lo que pretende es reconocer a través de los hechos en la Iglesia, la presencia de Dios en medio de su Pueblo.

viernes, 17 de agosto de 2012

Valorar la confesión


Qué sacramento tan desconocido, porque desconocido es el perdón y la misericordia de Dios. ¿Por qué no aprovechamos más este arrollador canal de gracia? ¿Sólo porque nos cuesta examinar la conciencia y acusarnos de nuestros pecados? Además de ayudarnos en la práctica de la humildad, conocer nuestros pecados y hacer firme propósito de no volver a consentir una mínima caída en ellos nos hace dar pasos de gigante en nuestro camino de santidad. ¿Te cuesta, quizá, acusarte de tus pecados ante un sacerdote? Aviva tu fe en la acción de Dios a través de sus medios humanos y, sobre todo, a través del poder de la Iglesia. ¿Crees que hay algún otro poder que, siendo meramente humano, sea capaz de proporcionarte con real eficacia siquiera una brizna de consuelo y de perdón, o de embellecer tu alma como lo hace la gracia en la confesión? No esperes a tener pecados mortales para acercarte al corazón misericordioso de Cristo. Tampoco vayas retrasando tu confesión porque sólo tienes faltas y pecados leves. Acércate con frecuencia a recibir, además del perdón, la gracia de este sacramento. Porque el sacramento de la reconciliación es más lo que te da –la gracia–, que lo que te perdona –tus pecados–. Valora la práctica de la confesión frecuente no sólo porque tu alma necesita ser perdonada sino, sobre todo, porque necesita ser fortalecida y alimentada. Acércate a Cristo, como aquella mujer que buscaba tocar siquiera la orla de su manto para ser curada de su larga y humillante enfermedad, y te encontrarás, como ella, con esos piadosos ojos de Cristo que miran enternecidos la belleza de tu alma en gracia. 

Mater Dei
Archidiócesis de Madrid

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