La expresión "todo el mundo es bueno" es cierta, ya que somos hijos de Dios, pero también es verdad que esa filiación divina comporta el respeto escrupuloso de Dios por nuestra libertad.
Es en ese ejercicio de nuestra voluntad donde la bondad ha de afirmarse o, por el contrario, volver la espalda a Dios, dejando de participar de la bondad divina.
Así pues, no se trata de un estado (la bondad), sino de un actuar (hacer cosas buenas), lo que nos define como hombres y mujeres que buscan a Dios sinceramente. San Pablo lo decía de otra manera: "una fe sin obras, es una fe muerta".
Lo que nos supone esfuerzo es seguir el precepto del amor de Dios, que conlleva amar a los demás como a nosotros mismos, ya que se trata de realizar el bien, no según nuestros criterios (lo que me agrada), sino rectificando la intención para morir a nuestros egoísmos... Eso es llevar la fe al ámbito de mi actuar.
Mater Dei
Archidiócesis de Madrid
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