LA PRESENCIA DE DIOS EN MEDIO DE LA HISTORIA DEL HOMBRE.



A lo largo de la historia, Dios ha hablado a los hombres de muchas maneras, hoy nos ha hablado por medio de Jesucristo. Él se hace hoy presente en medio de su Iglesia, la Iglesia que él ha querido fundar. Cristo, única promesa de felicidad, se hace presente en la realidad de cada día, en cada hombre y en cada acontecimiento.

Por ello, este blog lo que pretende es reconocer a través de los hechos en la Iglesia, la presencia de Dios en medio de su Pueblo.

miércoles, 10 de julio de 2019

Pensamiento

9.07.2019

PADRE PIERINO: Sigue teniendo la pena en tu corazón por amor a Dios, y verás la victoria sobre la pena y sobre aquél que te la ha provocado.

Continua a tenere la pena nel tuo cuore per amore di Dio, e vedrai la vittoria sulla pena e su colui che l’ha procurata.


PADRE PÍO:

Abre el corazón a este médico celestial de las almas y abandónate con confianza plena entre sus brazos santísimos. Él te trata como a elegida para seguir de cerca a Jesús por el camino del Calvario; y yo veo, con alegría y con vivísima conmoción de mi espíritu, este modo de actuar de la gracia en ti. Ten la certeza de que todo lo que está sucediendo en tu alma está programado por el Señor; y, por tanto, no tengas miedo a encontrarte con el mal, es decir, a ofender a Dios.

Que te baste saber que en todo esto tú en modo alguno ofendes al Señor; al contrario, él es cada vez más glorificado.

(19 de mayo de 1914, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 87)


10.07.2019

PADRE PIERINO: No puedes imaginar cuánto le agrada a Dios seguir creyendo.

Non puoi immaginare quanto è gradito a Dio continuare a credere.

PADRE PÍO:

Si es voluntad de Dios añadir a los aromas espirituales los corporales, ¿no te basta esto para ser la persona más feliz en este valle de destierro?

¿Y qué otra cosa se puede desear que no sea la voluntad de Dios? ¿Qué otra cosa puede desear un alma consagrada a Él? ¿Qué otra cosa puedes desear tú que no sea que los designios de Dios se cumplan en ti? Valor, pues, y siempre adelante en las vías del amor divino, teniendo la certeza de que, cuanto más se va uniendo e identificando tu voluntad a la de Dios, tanto más se crece en santidad.

Tengamos siempre ante nuestros ojos que la tierra  es un lugar de lucha y que la corona se recibirá en el paraíso. Que éste es un lugar de prueba y el premio se recibirá allá arriba. Que aquí estamos en el destierro y nuestra verdadera patria está en el cielo y que a ésta es necesario aspirar siempre. Vivamos pues, Raffaelina, con fe viva, con esperanza firme y con el deseo ardiente del cielo, con el vivísimo deseo del mismo mientras seamos viandantes, para poder un día, cuando lo quiera Dios, habitar allí en persona.

(24 de junio de 1915, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 452)


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