LA PRESENCIA DE DIOS EN MEDIO DE LA HISTORIA DEL HOMBRE.



A lo largo de la historia, Dios ha hablado a los hombres de muchas maneras, hoy nos ha hablado por medio de Jesucristo. Él se hace hoy presente en medio de su Iglesia, la Iglesia que él ha querido fundar. Cristo, única promesa de felicidad, se hace presente en la realidad de cada día, en cada hombre y en cada acontecimiento.

Por ello, este blog lo que pretende es reconocer a través de los hechos en la Iglesia, la presencia de Dios en medio de su Pueblo.

viernes, 19 de julio de 2019

Pensamiento

19.07.2019

PADRE PIERINO: Tu pena está escondida en el corazón.  Dios la conoce y sólo Él, Padre Omnipotente, te dará la fuerza para soportarla.  Las almas humildes transforman la pena en amor y el amor en alegría.

La tua pena è nascosta nel cuore. Dio la conosce e solo Lui, Padre Onnipotente, ti darà la forza a sopportarla. Le anime umili trasformano la pena in amore e l’amore in gioia.


PADRE PÍO:

Lo que produce tanta desolación en tu espíritu es una gracia singularísima, que Dios concede únicamente a las almas que quiere elevar a la unión mística. Es exactamente eso, mi querida Raffaelina. El temor y el terror que semejante gracia lleva a la pobre alma, si no me equivoco, le sucede de este modo.

Semejante gracia es una luz muy simple y muy espléndida y clara, que, al penetrar en la pobre alma, encontrándola sin preparación y no apta para recibirla, le provoca exactamente lo que en ti está sucediendo en este momento. Para dar una prueba o mejor una comparación, que nada tiene nada que ver con el tema que nos ocupa, te invito a pensar en un individuo afectado por una enfermedad a los ojos. Este individuo, al mirar la luz, sufre y podría llegar a acusar al sol de enemigo de la vista. Ahora, fíjate un poco, el sol, hablando en general, todos lo prefieren a las tinieblas, todos dicen que el sol es bueno, es óptimo; sin embargo, quien está enfermo de los ojos prefiere las tinieblas a la luz, al sol, y se sentiría tentado de acusar al sol de ser su gran enemigo. […].

Puedo concluir que lo mismo sucede al alma que se ve penetrada por semejante luz; se encuentra casi enferma y absolutamente incapaz de recibir semejante luz sobrenatural, y, como consecuencia, la pobrecita, asaltada por esta luz, se asusta, se aterroriza en el alma y en sus potencias, memoria, inteligencia y voluntad; y, aunque de forma indirecta, esos sustos y temores los experimentan también los sentidos interiores del cuerpo. Pero cuando después el alma, poco a poco, se va curando de su incapacidad, comienza a sentir pronto los efectos saludables de esta nueva gracia.


(28 de febrero de 1915, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 360)


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